ж Capítulo XIII: La clase de Clarividencia. ж

Comenzar desde el principio
                                    

Como ya todos conocían las materias, fueron separándose por grupos para asistir a la que les correspondía. La mayoría de sus compañeros de la clase Luchadora partió en dirección al invernadero para la clase de Herbolaria, solo Emerald caminó en dirección contraria, rumbo al salón de Clarividencia.

En el recorrido se topó con algunos duendes pequeños y con hadas diminutas similares a las que había visto de camino a la escuela. Las criaturas la observaban con curiosidad desde las esquinas oscuras, pero, por alguna extraña razón, ella no sentía miedo ni mucho menos percibía peligro alguno. Es más, era como si aquellos seres sintieran deseos de acercase hasta donde ella se encontraba para entablar una conversación.

Se sintió tentada a preguntarle a alguno de los duendes si no habían visto al que desapareció de su dormitorio porque estaba preocupada, pero decidió frenarse, uno de ellos podía ir a quejarse con el director acerca del secuestro de su camarada.

Habían aumentado la dosis de golosinas y no había movido ni una sola paleta. Rociaron un aromatizador dulce que ellos mismos elaboraron por sugerencia de Draven, pero tampoco había funcionado. Muy por el contrario, habían recibido un reproche por parte de Greyslan, quien les dijo que los dientes se les picarían por tal desmesurada ingesta de dulces.

—Vaya tonto el que nos tocó de maestro. Espero que al menos dé bien su materia.

Trellonius y su pandilla se hallaban un poco más lejos. Emerald se escondió tras una de las columnas para evitar ser vista, apretó su cuaderno lo más que pudo contra su pecho y contuvo la respiración.

—No entiendo cómo pusieron a un inepto como Greyslan a cargo de una clase. —La risotada de sus secuaces no se hizo esperar—. Oh, es verdad que esa clase solo está llena de perdedores, olviden lo que dije.

—¿Vieron a Ases? —preguntó otro de los jóvenes, uno que tenía los dientes frontales tan grandes que parecía una liebre—. Ni siquiera optó por meterse a las mismas asignaturas que nosotros, lo vi rumbo a Clarividencia hace nada.

—No puedes esperar nada de un gitano —replicó Trellonius—. Seguro fue por su novio Diamond. Aquel par me genera arcadas. Un inútil y un gitano, qué asquerosa mezcla.

—Tienes razón. —Esta vez otro de ellos emitió un bufido, sus compañeros también rieron—. Mira que Julian tiene tanto miedo de nosotros que optó por cambiarse de dormitorio. Patético.
—No es para menos —dijo el de los dientes de liebre—. Después de la paliza que le dio Trellonius durante los exámenes es algo natural.

Emerald, quien aún estaba escondida, no daba crédito a lo que escuchaba. ¿Que Trellonius le dio una paliza? Julian era quien se la había dado a él, pero claro, el orgullo de Trellonius era demasiado como para aceptar que lo habían superado, y por mucho.

—¿Te divierte escuchar a escondidas? —Ella sintió un aliento cálido justo al lado. Estuvo a punto de gritar, pero un par de manos taparon sus labios.

Frente a ella se encontraba Julian, que le sonrió, dejando a la vista sus hoyuelos. Ella, al tener sus manos cerca, volvió a sentir aquel estremecimiento raro. Una vez que entendió que ella no gritaría, él se separó y solo en ese momento Emerald volvió a recuperar el aliento.

—¿Qué haces aquí? —susurró.

—¿Qué hago? Pues voy a clases —le respondió mientras se cruzaba de brazos.

—Escuché que ya te habías ido.

—Me olvidé un libro en el comedor, tuve que regresar. —Julian salió levemente de la columna y observó que Trellonius y su pandilla ya se habían alejado—. Ya se fueron, y si no nos apuramos, llegaremos tarde el primer día.

Emerald, la usurpadora del trono [YA A LA VENTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora