ж Capítulo XIII: La clase de Clarividencia. ж

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—Espero que sí.

—No sé cómo voy a mantener la farsa. —El muchacho se sujetó el rostro y lo aprisionó de tal forma que, cuando retiró las manos, las mejillas se encontraban enrojecidas—. No tengo deseos de mezclar ingredientes en un cuenco... Eso sumado a que Dindarrium me provoca escalofríos por todo el cuerpo no es una buena combinación.

—Tranquilo, si estamos juntos, nada malo ha de pasar.

—Oye, tengo una duda. —Ella lo observó mientras alzaba las cejas—. ¿Cómo verán el futuro en Clarividencia, con una bola de cristal o algo así?

—¿Una bola de cristal? —dejó escapar una risotada. Su respuesta descolocó a Draven.

—¿No ven el futuro en bolas de cristal?

—¡Usan el revelador, no una bola! —Su tono de su voz salía atropellado por la risa, y su amigo se ruborizó a tal punto que las orejas se le pusieron de una tonalidad rojiza, similar a la de un tomate.

—¡Odio la magia! —exclamó cruzándose de brazos. Emerald siguió riendo, lo que aumentó la vergüenza de su amigo.

***

A las nueve de la mañana del día siguiente, los alumnos ya se encontraban sentados en el comedor, disfrutando de los exquisitos platillos que habían sido preparados especialmente para ellos.

Emerald no había conciliado el sueño de manera correcta. El simple hecho de saber que su primera materia del día era Clarividencia generaba que su ansia de aprendizaje se hallara a mil por hora. Madam Lilehart parecía ser alguien muy agradable, pero no debía confiarse. Era necesario que aprendiera lo que hiciera falta sin levantar sospechas de su poder mágico.

—¿Preparado? —Draven cogió un trozo de pan de semillas y lo empapó en la salsa de carne que había en el plato.

—Nervioso más que preparado —respondió de forma sincera.

—Tranquilo, te irá bien —dijo en cuanto terminó de pasar la comida—. A mí me toca ir a la aburrida clase de Herbolaria, odio las plantas.

—Odias varias cosas. —Él le sonrió.

—Es solo que prefiero pasar a la acción —dijo mientras adoptaba la postura de un espadachín—. Estoy impaciente por la clase de combate.

—Aún faltan muchos días para eso.

—Ya verás que el tiempo se irá volando. —Draven se acercó a Emerald y se pegó lo más que pudo a su oído, ella sintió escalofríos recorrerla de pies a cabeza—. Recuerda lo que dijimos de Julian.

—¿Tengo que hacerlo yo? —preguntó, elevando una ceja en señal de incomodidad.

—¡Pues claro! —le dijo como si fuera obvio—. Tengo entendido que él va a tomar todas las materias, así que Clarividencia no será la excepción.

—Vaya embrollo. —Ella se cruzó de brazos, hacía nada había tenido una conversación no muy agradable con el pelinegro, lo que menos deseaba era entablar otra.

—Eres el único que puede acercarse, al menos de momento.

—Bien —respondió de mala gana con un resoplido.

—Bueno, supongo que nos vemos luego, Diamond.

Unos campanazos retumbaron a lo lejos. Digoro, el profesor de Herbolaria, y Bristol, el líder de la clase Virtuosa, que ese día se hallaban en el podio resguardando a los alumnos, se pusieron de pie e indicaron que las clases estaban próximas a comenzar. Tras aquella breve indicación, ambos desaparecieron en una nube de humo, tal y como habían hecho el día anterior.

Emerald, la usurpadora del trono [YA A LA VENTA]Where stories live. Discover now