Caricia

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•Alice•
~Días después~

Siento como el aire entra de manera forzada en mis pulmones. Intento pasar saliva, pero algo obstruye mi garganta; es un tubo de plástico.

Muevo un poco mis entumecidos dedos para acariciar al chico castaño que está sentado en la silla y recostado en la camilla, cerca de mis piernas.

Mis bebés parecen saber que estoy despierta, porque se empiezan a patear.

[Mis chiquitas]

Sin querer, acaricié el cabello del chico, quién se levantó de manera brusca y con una cara de pánico terrible.

—¿Alice? —se frotó los ojos y me miró confundido, luego sacó sus lentes y los colocó sobre el puente de su nariz—. ¡Despertaste!.

Paulo se despegó de la cara los mechones lacios, que se le habían quedado pegados en la frente por culpa del sudor.

Ahora que lo pienso; me siento muy sofocada y acalorada.

Hice una seña de querer quitarme el tubo que lastimaba mi garganta.

—En un momento vendrán para revisarlas, es que —miró el reloj plateado en su muñeca—. Es justo el cambio de turno —levante el pulgar y traté de dibujar una sonrisa en mi rostro, pero solo salió una mueca cuando el tubo se movió dentro de mi garganta y me provoco varias arcadas—. Cuidado, puedes lastimarte.

Miré hacia otro lado de la habitación y pude admirar que la ventana se encontraba a unos tres metros de donde yo estaba.

No podía ver absolutamente nada que no fuera el cielo, desde la posición en la que me encontraba y tampoco quise hacerlo, lo que menos quiero es otra tanda de arcadas.

—Cierto —se levantó de la silla y caminó hasta el perchero que estaba en la esquina de la habitación—. Traje mi tablet para revisar unos expedientes y como todavía tiene bastante batería, puedes usarla para comunicarte conmigo, en lo que te quitan todo.

Volví a hacer la seña del pulgar hacia arriba y él con mucho cuidado de no moverme, me tendió el aparato.

"¿Dónde está Charlotte?"

—Con Emmanuel y tus tías... Tu padre les avisó y sólo pudo venir tu tía Mery con Emmanuel y ellos se la llevaron —tomó un vaso desechable rojo que estaba en la mesita alta a los pies de mi cama y le dió un largo trago.

"¿Y mi papá?"

—No han dejado entrar a nadie... De hecho, nada más porque el médico que te atendió es el mismo de ese día, sino, ni siquiera hubiera podido poner un pie fuera —rió con simpleza.

"No lo comprendo."

—Estamos en el área de cuidados intensivos. No cualquiera entra aquí.

"¿Y Adrián?"

—Fuera de peligro. Cuando estuvo mucho mejor, sus padres se lo llevaron a Los Ángeles... Tu padre quería hacer lo mismo, pero los médicos pusieron resistencia, porque estabas bastante grave.

"¿Cómo estás, tú?"

Sonrió un poco confundido.

—Yo estoy bien, gracias por preguntar. ¿Y tú?.

"Dejando de lado que me duele la espalda y que algo entra por mi garganta y me hace respirar sin mi consentimiento, me siento bien."

Una linda risita resonó en la habitación cuando leyó lo que había escrito.

Embarazada De Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora