Eres Mi Orgullo

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•Alice•

—¿Porqué respiras tan raro? —casi le escupí la saliva en la cara a Emmanuel.

—Según Keyla, es gracias al embarazo —me giré un poco para tomar otra gasa y húmedecerla con agua oxigenada para limpiar bien la última herida.

—Es extraño... Como antes parecías un palillo de madera —me observó de arriba a bajo—. Y mírate ahora... Toda una bolita —lo miré con cara de pocos amigos y presioné de más la herida.

—Aún puedo lastimarte, nunca lo olvides —rodó los ojos y yo dejé su ceja en paz para por fin ponerle un poco de cinta blanca.

—¿Va a cicatrizar rápido? —negué levemente.

—Salió mucha sangre... Así que lo dudo.

Me sonrió con ternura cuando corte la cinta en forma de moño.

—No soy una niña —sonreí ampliamente.

—Nunca me cansaré de tener niñas —coloqué la cinta en ambos extremos de la herida. Puse cara de concentración (saqué un poco la lengua y fruncí el entrecejo) y Emmanuel se rió de mí, al mismo tiempo que casi me hace caer del sofá, pero fue más rápido y me acercó a él apretándome el trasero—. Terminé —susurré cerca de sus antojables labios.

[¡ALICE!]

Me alertó mi subconsciente.
Y así como nos acercamos, nos distanciamos.

—Gracias por curarme —se aclaró la garganta.

—Cuando quieras —me acerqué al botiquín y comencé a guardar todo—. Pero procura que no sea tan seguido... Me he quedado sin mucho material.

—Yo lo hago —se apresuró a quitarme todo de las manos y guardarlo sin tener ningún cuidado—. ¿Dónde lo pongo? —apunté el mueble donde estaba la televisión.

—¿Quieres quedarte a cenar? —pensé en voz alta.

[Eres idiota.]

—Seguro —contestó sin dudarlo.

[Y él es más idiota por aceptarlo.]

—Bien —se armó un silencio incómodo, que se rompió cuando escuchamos el llanto de una bebé acercándose.

—¡Alice!. ¡Emmanuel! —gritó la tía Magda desde el recibidor.

—¡Estamos en la sala! —anunció Emma, tomando el control del televisor y el de la consola de videojuegos de Mery.

—¿Vestidos o desnudos? —escuché con claridad como ambas se rieron y luego Magda regañaba a Mery.

—Es obvio que vestidos —trate de salir de la vista de Emma, para que no mirará como de coloradas se me habían puesto las mejillas, pero fue muy tarde, él ya se estaba burlando de mí.

—Alice —la tía Mery entró en la habitación y me hizo una seña para que la siguiera.

—Emma. Serías tan amable de cargar un momento a Charlotte en lo que voy al baño —sonreí al ver como la tía Magda daba los pasos más exagerados para retener la pipí dentro de su vejiga.

—¿Qué pasa tía?...

—Todo está bien... Dejando fuera lo que pasó en el súper con Adrián, todo está bien —hizo una mueca medio extraña, que dejaba al descubierto su preocupación y desagrado—. Pero, creo que... —el timbre de la puerta resonó con un eco impresionante.

—Yo voy —gritó Emma.

A Mery casi se le salen sus lindos ojos verdes.

—Ve tú. Yo lo distraigo —no comprendí el mensaje hasta que ella salió corriendo y se llevaba a Emma y Charlotte al patio.

Embarazada De Mi Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora