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Lucy desplegó el papel en sus manos por tercera vez desde que había salido de su departamento. No estaba segura de por qué, pero se sentía bien mantener sus manos ocupadas. Estudió el papel mordiéndose el labio. Si todo saliera bien ese día, el dibujo que estaba viendo estaría permanentemente en su piel.
Trató de recordar cuándo pensó por primera vez que le gustaría hacerse un tatuaje. Estaba segura de que no había pasado mucho tiempo desde que se había escapado de casa. Ella había estado sentada en una mesa en una cafetería, comiendo distraídamente mientras leía el último número del Hechicero Semanal, una camarera se había acercado a ella, no era la misma que había tomado su orden y le había traído la comida. La chica preguntó si Lucy necesitaba algo más pero esta había estado demasiado distraída por la colorida ilustración que adornaba la piel de la mujer. Extendiéndose de hombro a hombro, sobre las clavículas había una línea de viñedo floral. Cada flor era intrincada en su individualidad y de colores brillantes. La rubia estaba segura de que nunca había visto algo tan hermoso. Y también estaba segura de que había estado mirando durante demasiado tiempo así que se disculpó sonrojándose mientras se explicaba rápidamente en su vergüenza. Afortunadamente para ella, la camarera se dio cuenta de que Lucy estaba mirando su tatuaje y no su escote bajo. Ella sólo se rió y explicó que estaba acostumbrada y se presentó como Kaori. La maga estelar se presentó a su vez y no pudo evitar ceder ante su curiosidad. Al crecer confinada en la alta sociedad, nunca había visto algo así antes. Ella sabría qué eran los tatuajes, por supuesto, pero no los había pensado mucho. Kaori, todavía a mitad de turno, se ofreció a decirle todo lo que le gustara si estaba dispuesta a quedarse hasta que llegara su descanso.
Lucy había planeado abandonar el pequeño pueblo por el que había estado pasando una vez terminada su comida, pero este nuevo descubrimiento era demasiado valioso como para ignorarlo. En su tiempo desde que dejó su hogar, la hermosa jaula en la que se había criado, había visto que compartía muchas cosas fascinantes y extrañas y, sin embargo, descubrió que esto era lo más fascinante hasta el momento. Entonces, esperó hasta el descanso de la castaña y luego los dos se sentaron a conversar, porque aquella chica no solo tenía un hermoso jardín pintado en el pecho, sino un pavo real en su antebrazo que había estado oculto por ella gracias a la manga y el nombre de su difunta hermana en su muñeca.
Se sintió embelesada cuando Kaori explicó que muchas personas llevaban tatuajes que tenían un gran significado para ellos, como el nombre de su hermana, pero que también muchas personas simplemente se tatuaron porque les gustaban, como su colorido y su pavo real. También le contó a todo sobre su proceso, cómo tenía una amiga artista que se había sentado con ella durante horas suavizando cada detalle antes de que incluso hubieran seleccionado un salón de tatuajes. Le contó sobre su tatuador, un alegre hombre de mediana edad llamado Ichigo que estaba cubierto de tinta de pies a cabeza. Ella le contó sobre lo que le había dolido. Se había ocupado de explicar que era diferente para todos. Ichigo había dicho que incluso había hecho que los clientes se durmieran mientras trabajaba, mientras que otros lloraban y sollozaban hasta el final.
