10. Odio los lunes

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El resto del fin de semana pasó sin grandes acontecimientos. Papá se iba temprano a la empresa y regresaba en la noche para cuando yo ya estaba confinada en mi habitación. De viernes a domingo, Mia y Ryan trataron de arrastrarme a un sinfín de fiestas caseras, pero cada una de la veces solo consiguieron llevar a la versión desmejorada de mi misma: Mi hermano.

Voy a ser completamente honesta, quitando el hecho de que la casa quedó patas arriba, en verdad había disfrutado la fiesta de bienvenida... me había sentido bien, divertida, distinta. La parte que odiaba era no tener el control luego de que el alcohol hacía efecto, pero a mi parecer podía manejarlo. Sin embargo, justo ahora sentía que tenía que solucionar varias cosas antes de volver al descontrol... Es confuso, pero lastimosamente así funciono. En mi mente no podía ir a una fiesta mientras tenía libros por organizar, horarios que escribir, ropa sucia que debía separar de la limpia... uf. Y para colmo, el tema principal: arreglar las cosas con papá. El problema no era que papá casi no estuviera en casa, bien podía madrugar y alcanzarlo o esperar a que llegara en la noche... el problema era la confrontación, siempre he odiado la confrontación, desde pequeña veía las películas enteras una sola vez, el resto del tiempo las ponía y me saltaba la parte conflictiva, ya saben, como la muerte de Mufasa o la de la mamá de Bambi. No lo manejo bien. En fin, cada quien con sus traumas.

Para cuando llegó el lunes había decidido que esa noche solucionaría el problema. Un momento de incomodidad era justo para recuperar mi paz mental.

Salí de casa sobre analizando todo. Todo el camino estuve repasando una y otra vez los posibles escenarios de aquella conversación. Ni siquiera supe cómo había llegado a la tercera hora de clase o al almuerzo por mi cuenta, estaba mentalmente ausente... hasta que Mia intervino.

-¿Te metiste algo?

-¿Además de tres tazas de café al desayuno?... No-respondió Ryan por mi mientras sacaba un nacho de mi bandeja.

-Mia te preguntó si quieres hacer una pijamada la semana que viene-me aclaró Amy, amable como siempre.

-Pensé que sería esta semana-apunté mientras le daba un golpecito a la mano ladrona de Ryan que no dejaba en paz a mis nachos.

-El viernes hay fiesta, y posiblemente dure hasta el domingo-Me contó Mia emocionada. Me asombraba como sobrevivía a sus fines de semana alocados solo para llegar al lunes pensando en los próximos.

-Pues bien. En mi casa, si quieren.

-Que tierna eres-me sonrió Amy.

-¿Dónde más pensabas que iba a ser?-Mia me señaló con el dedo. La emoción le desbordaba del cuerpo-Tengo curiosidad por conocer a Joseph Smith.-dijo su nombre como si se tratase de alguna celebridad internacional.

-Es el mejor amigo de tu papá-apunté.

-Pff. Posiblemente lo vi cuando era muy chica, pero no puedo ni recordar que cené ayer-se encogió de hombros.

Por el rabillo del ojo vi la mano de Ryan acercarse de nuevo y rendida empujé mi bandeja hacia él.

-Tómalos, no tengo hambre-rodé los ojos.

-Gracias-se rió y le dio una mirada aburrida a los nachos-Pero no saben igual sin la diversión de quitártelos-susurró arrugando el ceño.

VIVIENDO CON EL ENEMIGO (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora