9. La niña de papá.

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Seth ni siquiera esperó a que Ryan se bajará por completo del auto para comenzar a dejarme en ridículo.

Hijo de... de mi madre. Mierda.

-Se que en tu mente piensas que lo odias y que te encanta hacerte la dura. Pero tú y yo sabemos que solo bastará con pasar esa puerta para que comiences a buscar su aprobación-estaba volteado hacia mi. Ryan salió por completo luego de escuchar aquello y nos dejó a solas, cosa que le agradecí profundamente.

-Que imbécil eres-le solté a mi hermano. Sus ojos perdieron toda la severidad y soltó un gran suspiro.

-No te merece Cat, no sé que es lo qué pasa contigo que cuando lo ves te conviertes en una mimada, solo lo odias cuando no está-puso su mano sobre mi cabeza-No se lo pongas tan fácil siempre.

-No lo odio-me apresuré a decir cuando vi que se disponía a bajar del coche.-Ni me desvivo por su atención. Es solo que para él todo siempre parece estar bien, solo le sigo el ritmo.

-No te digo que armes un espectáculo y avientes los platos-se giró para mirarme antes de salir-Solo debe saber que no somos perritos que menean la cola siempre que llega a casa sin importarles cuanto tiempo se fue.

El olor dulce de las moras azules me envolvió en cuanto entré tras los chicos, pero ni eso fue suficiente para hacerme correr a la cocina. Me quede allí junto a la mesita de las llaves y me permití pensar en las palabras de mi hermano. No necesitaba la aprobación de papá, pero se sentía bien recibir su cariño. Las veces que se pasaba por casa en nuestros cumpleaños y uno que otro día festivo, solía llegar con una enorme sonrisa, repartiendo halagos y amor a sus hijos como si todos nos sintiéramos igual que él, parecía no ser consciente que su ausencia los demás días del año no hacían más que agrandar la distancia entre nosotros.

-¡Mi hijo!-su voz llena de orgullo llegó a mis oídos desde el interior de la sala comedor.-¿Cuánto has crecido desde la ultima vez?

Me obligué a arrastrar los pies hasta su encuentro. Encontrar a papá abrazando a Ryan después de soltar a Seth me provocó un extraño pinchazo en el estómago. Él lo consideraba un hijo. Uno que si visitaba con frecuencia.

-Hola papá.

Sus ojos se achinaron a causa de su gran sonrisa mientras me atrapaba en un estrecho abrazo. Tan alto como Seth y vestido de con su elegante traje parecía algo infantil mientras nos balanceaba de un lado a otro, traté de aguantar la risita que salió de mi, pero fue prácticamente imposible. Frente a mi, Seth negó con la cabeza en mi dirección.

-Mi niñita-la voz de mi padre era familiarmente cálida.-Cuánto los eché de menos.

Un silencio incómodo se instaló mientras papá me soltaba. Quise saltar y decirle que también le habíamos echado de menos, pero Seth tenía razón, no tenía sentido decir cosas que no sentíamos. Hace mucho nos habíamos acostumbrado a su ausencia. En su lugar dije:

-Huele increíble. Martha se ha lucido esta noche.

Papá juntó sus palmas en un sonoro aplauso y nos abrió pasó hacia la mesa. Hoy tenía un humor impecable. Nunca había sido alguien de carácter fuerte, más bien era apacible, mamá solía ser quien lo impulsaba a ser duro cuando era necesario, es por eso que los pocos problemas que alguna vez le causamos los descargaba con ella, nunca supo lidiar con ellos así que la agobiaba con todo con esa característica suya de ser un tanto intenso.

Me senté juntó a la cabecera donde se había sentado papá, ni siquiera pensé que fuese algo malo hasta que Seth sonrió derrotado al sentarse a mi lado. Su gesto era claro: "Sabía que no podrías resistirte". Tampoco había notado que Ryan no estaba en la habitación hasta que volvió a entrar ayudando a Martha a servir la cena. Me sentí culpable de inmediato, ¿cómo no consideré ayudarla también?. Alcancé a levantarme un poco de la silla cuando Ryan me hizo un pequeño gesto con la mano que muy seguramente solo había notado yo.

VIVIENDO CON EL ENEMIGO (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora