De nervios, títulos y decisiones...

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Remus servía café a su jefe algo distraído, estaba preocupado por la situación que enfrentaban sus dos mejores amigos y no quería tener que elegir entre ellos.

- Remus ¿Estás bien?- pregunto Lucius Malfoy, un hombre rubio y de ojos platas que era el actual jefe del castaño.

El ojidorado noto que el café se había desbordado de la taza y llegaba al piso.

- Lo siento- se disculpo sonrojado y avergonzado por su error.

Lucius se levanto de su asiento, se acerco al castaño y junto su frente con la de él.

- No pareces tener fiebre- susurro el rubio aun sin separarse.

Todos los colores vinieron al rostro del apenado Remus.

- Es…estaba distraído señor, no estoy enfermo ni nada, ya mismo recojo este desorden- se excuso con rapidez el ojidorado.

El ojiplata se separo lentamente y sonrío de forma tranquilizadora.

- Todos tenemos un mal día, me alegra que no estés enfermo- luego se acerco a Remus y le susurro al oído- no podría vivir sin ti, mi mano derecha.

El corazón del castaño latió a toda máquina y su dueño se tambaleo un poco, se hubiera desmallado si no fuera porque su jefe volvió a sentarse y siguió trabajando.

“Demasiado para mi” pensó el ojidorado recobrando su estabilidad.

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- Sev, vamos a llegar tarde escoge rápido un libro- se quejaba Regulus observando su reloj de muñeca.
Severus observo a su amigo con cara de niño obligado a salir de la juguetería.

- No me mires así, sabes que también me gustan los libros pero llevamos dos horas aquí- se quejo el ojiplata.

- Pero casi no he comprado nada- el ojinegro puso ojos tristes.

Regulus observo como diez libros en las manos de su amigo y suspiro.

- Vamos ya tienes suficientes.

- Déjame escoger solo uno más- pidió el pelinegro.

- Solo uno.

Severus tomo un ejemplar de “Papá gaviota y su vida en el desierto”, luego de eso pagaron en la caja y continuaron su camino.

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James corría tras su hijo de cuatro años como loco.

- HARRY JAMES POTTER VEN ACA Y DEVUELVEME ESA CORBATA- exigía el hombre.

- No, si te la doy volverás al trabajo y me dejaras en la guardería- se quejaba el niño.

- Harry sabes que debo trabajar- le explico padre a su hijo.

-Pero no me gusta la guardería- se quejo este haciendo puchero.

James Potter, viudo y con un hijo de cuatro años no tenía la menor idea de qué hacer, ocupaba trabajar pero odiaba dejar a Harry solo, aunque nunca salía a otro lugar aparte del trabajo al niño parecía no agradarle mucho la guardería.

- Esta bien conseguiré una niñera- cedió al final.

CON ÉL NOWhere stories live. Discover now