Capítulo 22

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Ethan

Acaricio la suave piel de su muslo, aún se encuentra encima de mí, sentada en mi regazo. Su frente unida a la mía y con los ojos cerrados. Estamos en una especie de meditación; en silencio y tocándonos. Puedo sentir paz, esa que no tenía hacía nueve meses, disfruto del ligero roce de sus dedos en mi mandíbula y en el final de mi pelo en la nuca. Se siente bien estar así, con ella, tranquilos. No sé cuanto tiempo ha pasado y no me importa, solo quiero continuar así un rato más, tan conectados de manera única, sin embargo estoy consciente de que estamos en la empresa y debemos seguir trabajando.
Estiro mis labios para dejar un corto beso en los de ella y noto como sonríe. Mi hermoso diamante en bruto.

–Deberíamos volver al trabajo– propongo y ella niega con la cabeza.

–No quiero, necesito sentirte un poco más. Asegurarme de que eres real, que no eres otro de mis sueños– la tomo de la mejilla y besó su nariz.

–Estoy aquí contigo, es real– vuelve a sonreír y siento como mi corazón se acelera.

Se aferra a mi cuello y dejo un ligero beso en el nacimiento de sus senos, los cuales quedan a la altura de mi rostro. Umm, ¿cuánto tiempo podré contenerme antes de hacerla mía de nuevo?

–¿Qué pasó con la chica que salías?– pregunta de repente y levanto la mirada para ver sus ojos ligeramente encendidos. ¿Celosa? Tal vez.

–Solo era una amiga haciéndome un favor, necesitaba que dejaras de perseguirme– le confieso y ella asiente seria.

–Te atosigaba demasiado, ¿verdad?– dice preocupada.

–Un poco.

–Fui una tonta– niega con la cabeza y me enojo.

–Ya basta, no quiero verte lamentarlo una vez más. Olvidaremos lo que pasó y seguiremos hacia delante, ¿bien?– ella asiente y yo me acomodo en el sillón. Carraspeo un poco, buscando las palabras adecuadas para preguntar –¿Quién es ese tipo de nombre raro?– digo finalmente y ella sonríe de lado.

–¿Darius?

–Ese mismo, el griego.

–Ya te dije, es un viejo amigo– se endereza y la sujeto fuerte por las caderas para que no se aleje.

–Casi todos tus amigos son o eran tus amantes– comento de mala gana y ella baja la mirada a sus manos. ¡He acertado, joder! Tenía esperanzas de que no fuera así.

–Fue mi instructor en el mundo de los juegos sexuales. Pero lo nuestro no duró mucho y tampoco tienes de qué preocuparte, ahora solo es mi socio y amigo. Además de que está con Caroline– frunzo el ceño y ella acaricia esa zona.

–¿Ya Caroline no juega contigo?

–Ya no juego con nadie después que... ya sabes– hace una mueca y la tomo de la barbilla para que me mire de nuevo.

–¿No has estado con nadie en todo este tiempo?– niega con la cabeza y yo beso sus labios.

Ella ha sido fiel a mí sin necesidad de serlo. Adoro a esta mujer y tengo la urgencia de demostrárselo. La pego un poco más a mí y con mi mano trazo un camino de su rodilla a la cara interna de sus muslos. Nuestras lenguas se encuentran justo en el instante en que mis dedos tocan la tela tibia de la braga. Diamond gime y tiro de su labio inferior con mis dientes. El aire nos falta y nos separamos solo un poco, mi boca va a su cuello y me deleito con su piel sensible, provocando que se erice y que ella se estremezca. Di abre las piernas para darme más acceso y hago a un lado la ropa interior, para así acariciar los pliegues suaves de su depilada vagina.

Mi Señora (+18)Where stories live. Discover now