Capítulo 11

29.5K 2.2K 173
                                    


Diamond Hamilton

Suspiro mirando el rostro relajado de Ethan. Es hermoso y no solo eso. Es un caballero, educado, amable, dedicado, profesional y responsable. Solo le faltaría el dinero para ser el prototipo de hombre perfecto. Recuerdo cuando nuestras miradas se encontraron por primera vez, sentí algo recorrerme el cuerpo y de inmediato tuve la necesidad de tenerlo cerca. Ya hace un mes de eso y ese deseo no ha hecho más que incrementarse.

Muy pocos hombres han provocado en mí lo que hace Ethan y es que él me hace sentir poderosa, él me ha entregado su control y eso me encanta. Es muy baja la cantidad de los que renuncian a su orgullo masculino para ser dominados por una mujer.

Es la una de la madrugada, sin embargo no he podido dormir nada. No después de lo que pasó hace poco, no suelo mantener penetración en mis juegos, pero simplemente me salí de control, deseaba sentirlo dentro de mí y debo decir que no me arrepiento de nada. Lo que no tenía planeado es que él me tomara y me hiciera suya una y otra vez luego de estar en el cuarto de dominación. Cosa de la que tampoco me arrepiento. Todo lo contrario, tenía años que nadie me tomaba así, que nadie imponía poder sobre mí y no sabía cuanto lo extrañaba hasta que Ethan lo hizo.

Acaricio su pelo rubio, bajando por su rostro y deteniéndome en su mandíbula bien marcada. Este hombre no sabe todo lo que provoca en mí. Bajo de la cama dejándolo allí y salgo de la habitación. Me encuentro a mí misma abriendo la puerta de Piper y viéndola dormir. Ella también se ha robado mi corazón desde el primer instante. Al contrario de lo que creen las personas, poseo algo de humanidad en mí. Me gustan las cosas sencillas, tengo muchas aficiones, como la pintura al igual que mi madre, pero simplemente no tengo tiempo para nada, el Holding toma todo mi tiempo. Estoy sola en esto y necesito mantener el legado de mi padre, por ende debo de crear una personalidad para el mundo de los negocios y así me tomen en cuenta. Que no me vean como una simple adulta joven de veintisiete años.

Bajo a tomar mi típico vaso de leche nocturno. Cuando lo tomo vuelvo a la habitación para encontrar a mi móvil vibrando sobre la mesita de noche. Extrañada me acerco a el, ¿quién llamaría a estas horas? Deslizo mi dedo por la pantalla táctil, tomando la llamada.

–Hamilton– atiendo adoptando mi voz seria. El número está restringido por lo que lo hago con recelo.

Estoy cerca, pronto tendré lo que por ley me pertenece– frunzo el ceño ante aquella voz masculina y totalmente desconocida.

–Te has equivocado de número.

No lo creo, Diamond.

–¿Quién eres?– digo enojada por la situación.

–Pronto lo sabrás, pronto.

Y cuelga. Dejándome confundida y muy cabreada. Busco entre mis contactos a mi técnico y le pido que rastree una llamada entrante de mi teléfono y que el número estaba bloqueado. No espero respuesta pero la pantalla del móvil se ilumina con su contesta.

El hombre es un genio de la tecnología y tiene mi teléfono intervenido, por lo que confío en que me dé respuesta más tardar al medio día de mañana.

Vuelvo a la cama y rápidamente el brazo de Ethan me envuelve, haciendo que mi cuerpo se relaje al instante. Definitivamente este chico me hace bien, no merece que lo pervierta de la manera que tengo preparada para él. Lamentablemente, eso es lo que me gusta y quiero que forme parte de ello.

****

Otro días más se alza sobre la ciudad y a primera hora de la mañana estoy saliendo de mi auto escoltada por mi seguridad y con Ethan detrás. Entramos al Holding y tras saludar a algunos de mis empleados que se cruzan frente a mí, nos dirigimos a mi oficina. En recepción ya están Daya y Caroline a las cuales saludo antes de entrar a mi despacho. Dejo mi bolso en el escritorio y me siento en mi sillón, escucho como Ethan se acomoda en el propio y paso de él para iniciar sesión en mi ordenador.

Mi Señora (+18)Where stories live. Discover now