Capítulo: Apenas estamos aguantando

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A veces pienso en el inicio, como las sonrisas de niños hacen eco en mi cabeza. No quiero irme, no quiero dejar esta bella ilusión de lo que alguna vez obtuvimos. 


El sexo entre un alfa y un beta es complicado. 

Fue lo primero que pensó Katsuki al pasar por el pórtico del complejo departamental. No iba a mentir, miles de ocasiones se había imaginado el momento donde él y Izuku finalmente fueran uno, pero era complicado. Siempre que estaba con Ochako, era desesperación rápida con la mente en blanco para quitársela luego de encima. Quería tomarse su tiempo con él, quería prepararlo y darle todo para retribuirle la confianza que le había otorgado. No obstante, una voz en su cerebro le decía que había recurrido a él solo para conocer más del sexo, para quitarse el desconocimiento de su cabeza. Las cadenas del frío y entregarse por completo al calor; nada de amor. Siendo honesto no imaginó su primera vez con él de la manera en que se estaba dando. Su mente siempre le entregaba fantasías cursis sobre bodas y trajes blancos. 

Que equivocado estaba. Porque con Izuku tomándolo de la mano por el vestíbulo, sonriendo tímido pero firme... Era extraño. 

Al encerrarse en el ascensor de pronto el calor comenzó a calar en sus huesos, controlar sus feromonas era fácil cuando la persona que tomaba su mano no le gustaba, no llenaba su corazón con sensaciones desbordantes. El calor de Izuku lo estaba volviendo torpe al tragar y calmar su miembro. Nada era fácil. Cayó en la cuenta que su celo no sería hasta dentro de unos meses. Más la gota cayendo por su sien enrojecida se lo negó, el bulto en su entrepierna también era perceptible a primera vista. Izuku sintió el calor a través de su mano, dio la vuelta para hallar a Katsuki jadeando con una mano en su frente. Deseó ser capaz de sentir las feromonas salir de sus glándulas, deseo sentirlo. Se acercó hasta él y lamió el sudor cayendo por su cuello. Era áspero su sabor y cosquilleaba en su garganta al disolverse en su lengua. Las puertas se abrieron y no perdieron el tiempo, corrieron hasta la puerta del departamento y cuando la misma se cerró. Katsuki quedó estático a un metro de distancia. Temía moverse más cerca, perder el control y dañarlo. 

—¿Qué ocurre, Ground Zero?—el nombre de héroe en sus labios hizo vibrar sus sentidos, él era un beta y no podía sentirse así con tan poco. Temblando por más voz, por todo—. Eres un alfa, no niegues tu naturaleza conmigo. No me voy a romper. Sé lo que es un celo. 

—No entiendes nada, puedo hacerte daño si pierdo el control, no se suponía que hoy tendría mi celo. Sino dentro de unos meses—Izuku ajustó el termostato para tener un ambiente fresco, se quitó la bufanda y con ella el abrigo que abrigaba sus hombros. Katsuki lo observó temblando, el aroma a almizcle que desprendía el beta solo lo estaba invitando a más, con su pulso golpeando y la sangre corriendo. El alfa no era el único que tenía un pequeño problema en su entrepierna. 

—Yo nunca había tenido una actividad sexual conjunta, solía masturbarme en la UA con un juguete que había comprado a escondidas por internet. Parecía más bien un entrenamiento para alguien, porque las primeras veces dolieron mucho pero eso me motivaba a más—Izuku se quitó la camisa, dejando expuesto su pecho salpicado con cientos de pecas, unas más grandes que las otras, acumulándose en sus hombros y bajando con delicadeza por sus brazos delgados—. Era un consolador con nudo de alfa, era anaranjado y cada vez que lo montaba pensaba en alguien... Esa persona ya no existe en mi mente. Ni siquiera importa, solo usted Ground Zero. 

—¿Necesitabas a alguien?—el orgullo de Katsuki estaba herido mientras que al mismo tiempo estaba imaginando la situación, las pequeñas paredes de los departamentos de la UA, de su habitación llena de posters de Allmight, pensando en él mientras montaba un juguete de esa magnitud. Nunca imaginó que Izuku sería ese tipo de hombre, pero hasta ese momento se estaba dando cuenta que no conocía mucho de él en ese sentido. La faceta sexual del beta siempre le pareció tentadora, lo suficiente para reconocer que no sería capaz de controlarse al descubrirla. 

Las Rosas También Florecen En InviernoWhere stories live. Discover now