Capítulo: Me gustaría culpar de todo a la vida

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Las voces murieron conmigo. Y aprendí que el silencio es lo peor que uno puede vivir cuando está solo. 


La razón de porqué Katsuki rechazó el amor de Izuku fue temor, no por sí mismo. Podrían despedazarlo vivo y aún así no le importaría en lo más mínimo su propio dolor, era el pequeño beta su mayor preocupación. El rumor comenzó como un comentario entre amigos, cuando iba de camino a casa. Una burla en internet que se materializó en videos que lo dejaron atónito cuando llegaron a su bandeja de entrada, era una pareja de homosexuales. Dos betas que eligieron tenerse a sí mismos antes que seguir lo común impuesto por la sociedad, eran héroes y los reconocía por el color de sus trajes. Era un vídeo de quince minutos, los primeros cinco solo trataban de cómo los tenían contra el suelo, amarrados frente a tres personas encapuchadas. Cobardes, pensó Katsuki cuando los golpes se presentaron con la palabra maricones en sus bocas. La cosa empeoró cuando le bajaron los pantalones a uno de ellos y un trozo de madera se atravesó en la escena. Los gritos desesperados de ambos, uno por el dolor en su cuerpo y el otro por presenciar tal calvario calaron como eco en la cabeza del alfa. Él no estaba viendo a los héroes, él estaba viendo a Izuku sufrir un destino cruel. El dolor se prolongó por ocho minutos más hasta que el vídeo acabó pero estaba seguro que el calvario de ambos no había acabado ahí. Sus manos estaban temblando y corrió por las calles de su casa hasta que todo su cuerpo quemó, con catorce años y sabiendo recientemente que Izuku era beta, la imagen solamente se cernía en su cabeza. Las consecuencias eran altas, las consecuencias no solamente eran el repudio de miles de personas, las consecuencias no eran pocas ofertas de trabajo por ser gay, la consecuencia era la tortura hasta la muerte. No, no podía hacerle eso a su pequeño Izuku. Prefería tomar su lugar decenas de veces antes de entregarlo a la tortura física, antes de hacerlo entregar su vida de esa forma. 

Tan cruel, despiadada e inhumana.

Y cuando vio sus lágrimas caer hasta el suelo y tembló a la par de Izuku al momento de rechazarlo, su corazón se fragmentó un poco más. Verlo cada vez menos como lo que realmente quería porque deseaba salvarlo de ellos, de su mofa cuando no solo existió ese vídeo en su bandeja sino cientos que la policía no los tomó como prueba porque Japón era una sociedad hipócrita y homofóbica, que usaba a pequeños betas para satisfacer sus fetiches pero al momento de usar la voz para proteger solo decían: Pareja de maricones, menos plagas en el país. Katsuki era un joven de diecisiete años que follaba con su Omega destinada porque sentía que así lo salvaba, ¿qué son unas lágrimas al momento de follar cuando sus ojos solo lo podían ver a él en las brumas del dolor? ¿Qué son comentarios al aire para alejarlo? "Vamos Izuku, ódiame. Odia cada parte de mi, odia cuando estoy con ella. Búscate otra persona, busca una mujer para ser feliz... Para estar a salvo de ese mundo tan doloroso que nos hubiera deparado el destino si hubiéramos quedado juntos" El corazón de Katsuki estaba fragmentado, y cada parte le pertenecía por completo a Izuku, incluso cuando estaba bailando con Ochako y lo veía, solo en la distancia. 

Pero vivo, respirando.

Las pesadillas llegaron con los años, cientos de ocasiones en donde los gritos rasgaron su garganta. Ocasiones en donde la sangre de Izuku tocaba sus labios, con los ojos macabros sobre ellos. "Está bien, Kacchan. Te amo, siempre te amaré y estaré bien, nada duele. Nada puede dañarme cuando estoy a tu lado" Correr detrás de él, correr en las noches cuando Ochako lo veía irse preocupado y pasar por fuera de su complejo departamental para sentirse mínimamente mejor por sus malas decisiones, lo ayudaba y más cuando no podía más. Quería estar con él, quería poseer su piel y hacerle el amor durante horas. Tomarlo con correspondencia, decirle cada día entre besos que estarían bien. Que nada los podría separar, que cruel sería llenar su cabeza con ello cuando ahí afuera habían miles de personas esperando matar una pareja de homosexuales. Una pareja de desviados. Cerrar los ojos, cerrar su mente y estar constantemente alerta por si alguien decía algo sobre un gay herido, era lo peor. Tenía una Omega hermosa, tenía una familia íntegra, una casa decente, Izuku estaba bien... ¿Por qué cada día su pecho se hacía más pesado? Cada semana dejando su corazón en una esperanza poco probable, hasta que Kirishima se lo dijo. ¿Muriendo? ¿Valió la pena, el dolor y ese corazón cada vez más fragmentado? 

Las Rosas También Florecen En InviernoWhere stories live. Discover now