Capítulo: Ten un poco de piedad con mi corazón

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Estoy cansado, eso es todo.

Su madre lo había estado llamando más de la cuenta últimamente. Tal vez se dió cuenta de su destino fatal, imposible. Ella estaría día y noche en su casa si fuera así. Probablemente era culpa de su padre. Hisashi Midoriya no había sido uno de los hombres más presentes, cuando Izuku era pequeño apenas conocía su rostro. Su madre siempre le recordaba que su cabello era celeste, ondulado y perfecto con las pecas que ascendían por sus mejillas huesudas. Él trabajaba año tras año en el extranjero, traía sin falta a casa el dinero que le faltaban para pagar las cuentas, pero solo eran números en una cuenta bancaria. Sin calor, sin abrazos, sin amor.

Inko le decía que eran sacrificios. Una forma de demostrar su amor, porque existían muchas formas de hacerlo. Cómo por ejemplo, una llamada todos los días. Después del tono, ella le confesó que había perdido peso y que su padre estaría ahí para navidad. Finalmente para siempre. Eso hizo que el corazón de Izuku se fuera haciendo cada vez más pequeño y pesado. Habían pasado unos días desde que Kirishima había dejado las pastillas en el departamento, se sentía mejor y la sangre ya no estaba presente en los vómitos. No había dolor, solo un ardor que empeoraba cada vez que oía el nombre de Katsuki. Estaba mejor, si fingía que él no se encontraba a su alrededor, podía comer cosas más contundentes.

—Izuku, realmente me gustaría que vinieras a casa unos días—el beta sintió como su cabeza era llenada con imágenes nobles, de su infancia cuando jugaba con su madre y fingía que era Allmight. Ahora lo que parecía similar en ambos era la sangre en los labios, el estado deplorable de salud y la búsqueda de un heredero.

—Mamá, me encantaría pero ya sabes cómo son las cosas aquí. Trabajo, personas que necesitan ser salvadas de sus abusadores y muchas cosas más. La vida de un héroe para variar.

—¿Entonces vendrás para cantar año nuevo?—Izuku casi sollozó con el teléfono en sus manos, casi de plomo. No podía ser para año nuevo, su cuerpo no alcanzaría el año nuevo.

—Sí, definitivamente estaré ahí para año nuevo, lo prometo—Inko sonrió débilmente.

—Sabes hijo, una de las vecinas ha estado hablándome de ella y su linda hija. Una linda beta de ojos azules que tiene una particularidad llamativa—Izuku sintió cómo su estómago se hundía. Su madre no tenía malas intenciones, ella quería algo mejor para su hijo. Como una familia íntegra, con niños y nietos que cuidar en las tardes. No obstante, Izuku nunca había comentado su deseo por ser Omega. Aún así, Inko lo sabía bien. Conocía el deseo que corría por la sangre de su hijo, ese deseo de ser parte de Katsuki.

—Mamá, ya sabes que yo…

—Sí, lo sé Izuku. Amas al hijo de Mitsuki. Pero deberías seguir adelante como él lo hizo, comenzar una nueva vida lejos de todo ese dolor. Te sentirás mucho mejor, llorar cada día por algo que nunca será concreto no es bueno mi niño. Solo deseó lo mejor para ti, quiero verte feliz.

Ya todos le decían lo mismo y su corazón se había vuelto tan pesado de sobrellevar. Era como caminar en una llanura costera, con el tibio y húmedo viento en su rostro. Cegando sus ojos y llenando sus pulmones con pesadez.
Si hubiera nacido como un Omega, todo sería tan diferente. Tendría a Katsuki para sí mismo y nada los separaría de la vida perfecta que habían idealizado desde niños. Sus hijos se llamarían de una forma simbólica, su pastel de bodas sería con sabor picante y su noche de bodas… No, no servía de nada soñar despierto, lo había hecho miles de veces antes y nada había cambiado a su alrededor. Se despidió de su madre, cortó la llamada y se tendió en la cama. Tan grande como sus deseos de obtenerlo todo en sus pequeñas manos. Era su día libre, podía hacer lo que quería, podía ser feliz con una serie, con un amigo, con un amante pero... Eso también significaba que era el día libre de Katsuki y Uraraka. No, no quería pensar en lo que ellos dos podrían estar haciendo en una cama.

Las Rosas También Florecen En InviernoWhere stories live. Discover now