Chapter 40

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—Puedes hacerlo si quieres —contestó el peliblanco —Aunque, quiero que sepas que esto no es un tonto juego, esto es real.

Elsa se cruzó de brazos y enarcó una ceja.

—Pues esto tiene que acabar —sentenció solemne.

—Claro que sí, mi reina. Esto tiene que acabar pero con solo uno de nosotros en pie —hizo crujir su cuello y se sacó de encima la sudadera rota para quedarse solo con su playera blanca puesta.

Tiró la tela hacia un lado y relamió su labio para eliminar la sangre seca de su labio inferior. Luego, contempló a la reina con una mirada expectante, ella solo sacudió la cabeza y se colocó en posición de batalla.

—Si eso es lo que quieres —respondió sin temor.

Algo dentro de ella había cambiado en el momento que Jack había cruzado la delgada línea de la violencia, cuando estaba a punto de hacerla pedazos. Su percepción de la situación había cambiado drásticamente, si Jack quería pelea la obtendría. Antes solo quería defenderse de sus ataques, pero ahora esto se tornó diferente, la Reina de las nieves no se iba dejar ganar.

Su corazón volvió a cubrirse de hielo macizo para ya no volver a sentir algo por el guardián. En este momento lo único que quería era darle una paliza por ser un niño manipulado e insensato.

Pisó con fuerza el suelo cubriéndolo con una capa de hielo que llegó hasta los pies del peliblanco. Luego, hizo que de él emergieran más carámbanos del mismo material, que por poco atraviesan el cuerpo del chico si no hubiese sido porque el viento le permite volar o de lo contrario todo ya hubiese terminado.

Jack voló hasta la reina para golpearla en el rostro, pero ella formó dos espadas de hielo frente a él, que evitó que llegara a rozarla. Después, comenzaron a luchar con sus armas, él a no dejarse cortar con las filosas espadas y ella a no recibir el impacto de la magia que expulsaba el cayado del guardián.

Así permanecieron por casi media hora, golpeándose él uno al otro sin parar, como si se  estuviera disputándose la más sangrienta de las batallas, en la que solo uno se llevará la victoria. Sin embargo, conservaban algo de humanidad y sus cuerpos también se cansaban, incluso una capa de sudor se había formado en sus caras y ni hablar de su respiración, que se tornó acelerada.

El pecho de la reina subía y bajaba a un ritmo anormal mientras sostenía en sus manos el par de filosas espadas de hielo. Su cabello platinado comenzó a pegarse a su nuca, puesto que estaba sudando como nunca. El esfuerzo físico era tan fuerte que poco a poco estaba perdiendo energía. Jack Frost resultó ser un adversario formidable y su magia era poderosa e increíble, pero ella tenía todavía mucho para dar.

Jack por su parte, permanecía detenido en mitad de la calle con su rostro impasible y su mirada azul—dorada puesta en los ojos de Elsa. Mantuvieron contacto visual por un buen tiempo hasta que alguno de los dos se atreviera hablar, o si su fatiga les permitía siquiera emitir alguna palabra.

—¿Continuaremos con esto? —preguntó la platinada con un tono ahogado.

Jack carraspeó y desvió la mirada hacia su cayado que aún brillaba con esa bella luz azul.

—No hay vuelta atrás, esto es inevitable —contestó volviendo a  verla a los ojos.

—Pensé que ya todo había terminado, pero ahora comprendo que no declinarás tu decisión. De verdad me da mucha pena por nosotros, todo iba tan bien en nuestra relación hasta que un sucio pensamiento te empezó a confundir... —hizo una breve pausa para tragar saliva —Yo solo deseo que antes del amanecer entres en razón o esto acabará muy mal para ambos.

 Hasta El Fin Del Mundo (Jelsa) [Primer Libro]Where stories live. Discover now