|020| Nadie tiene que saber

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Dejé las llaves sobre la mesa del vestíbulo, eché una ojeada y me pregunté por qué la lámpara antigua de mamá que siempre ha sido su mobiliario favorito de la sala, la que tiene temporizador, la única forma de detectar a posibles ladrones —ya que mamá nunca, desde que papá vivía no conseguía acordarse de conectar la alarma—, no está encendida y su tenue luz no se esparce por el espacio en sombra. ¿Se habrá fundido la bombilla, o se descontroló el temporizador? Si es así, mamá cortará cabezas.

De lejos, apenas visible en la oscuridad pillé una figura.

—¿Drew? —le llame—. ¿Qué carajo pasó? Mama nos matará si encuentra su lámpara descompuesta.

Vi que la oscura sombra huyó dentro a la habitación de Drew sin musitarme nada en respuesta. Así que extrañada lo seguí, pero me detuve al pisar algo que se rompió bajo mis pies. Incluso con la lámpara apagada, distinguí la foto familiar en el suelo y, el cristal hecho añicos.

—¡Ahora sí te van a desmembrar! —me arrodillé junto a la foto, una de las últimas fotografías familiares con papá. Estuve a punto de echarme a llorar por los recuerdos. Me puse a recoger los fragmentos de cristal cuando de pronto sentí una presencia a mi espalda. Me giré y suspiré aliviada a notar que solo se trató de una sombra de un animal en la ventana—. Es solo eso.

Al voltear nuevamente y mirar hacia arriba, vi los otros cuadros rotos en la pared. Me quedé paralizada; luego me puse de pies, aterrada.

Dios santo.

El teléfono del comedor empezó a sonar, fui tras él. Iba a contestar cuando ocurrió lo inesperado: un brazo alrededor de mi cuello, una mano pálida sobre mi boca. Intenté gritar con la boca medio abierta, ahora cubierta por dedos, mientras mi mente procesaba lo que está sucediendo.

¡Me están atacadando!.

Lancé un codazo hacia atrás y sentí lo boqueada junto a mi oreja al tiempo que las manos aflojaban la presa. Sin tiempo para mirar y aprovechar la ventaja de la sorpresa, mi visión periférica vio el cuerpo tambalearse y caer.

Enseguida el contestador automático se activó, un hombre hablaba, pude entender que es una voz familiar, dijo algo acerca de tener cuidado de un ataque. (¿Cómo coño pudo saberlo?), pero incluso no tuve tiempo para asimilar la información. Corrí por el pasillo hacia la puerta trasera, tengo una buena ventaja y la habría conseguido de no haber tropezado en un desgarrón de la alfombra.

Caí pesadamente al suelo. Intenté incorporarme cuando tiraron hacia atrás de mi cabeza, agarrándome por el cabello, y algo sumamente fuerte golpeo mi cabeza logrando que mi visión se nublará.

—¡Despiértate, coño! —me sobresaltó al escuchar una voz que me gritó al otro lado de la puerta tras seguidos toques.

Me levanté de sofacto de la cama repleta de sudor y agitada. Una punzada atacó mi cabeza al abrir los ojos completamente sin adaptarse a la luz solar que entra por la ventana.

No tengo que ser adivina para saber de quién es esa voz inoportuna. Sin embargo, un cierto miedo recorrió por mi cuerpo al pasarme por alto, algo.

Examiné con la mirada el entorno de la habitación sin conseguir rastros de un TaeHyung a la vista. ¿Dónde coño está? Chequeé debajo de la cama y nada.

—¿Vagabunda, no piensas ir a la universidad? —gritó de nuevo.

—¡Ya cállate, Drew! —gruñí de vuelta.

—¡Ay Dios! ¡Qué gente tan mal agradecida has creado! —se quejó retirándose.

Me levanté echando la manta a un lado y cogí rumbo hacia el baño. Nada. Rasqué mi desordenado cabello mañanero, desorientada. ¿Dónde se habrá metido? Mi última opción factible seria una. Fui hacia el closet abriéndolo de par a par y..., nada.

SÉ QUIÉN FUE |Gemelos| JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora