De pronto ya no quise cruzar aquella pared divisoria de vidrio.

Baje la mirada lentamente cuando Humberto paso a mi lado, y comenzó a caminar con su tranquilidad habitual hacia un armario blanco y de metal que estaba de nuestro lado, y que yo antes no había visto. Lo abrió con la confianza de alguien que sabe lo que esta haciendo y saco de allí una bolsa transparente  que en su interior contenía una bata blanca, un tapabocas y guantes que parecían ser de látex. Volteo a verlos con ojos neutros y luego me tendió aquella vestimenta doblada de hospital sin mencionar palabra alguna.

Trague saliva, quieto en mi lugar.

-Tienes que ponerte esto, Emilio.- Explico él al ver que yo estaba mirando las ropas en sus manos. -Son medidas de bioseguridad. El cuerpo que vamos a ver no murió de causas naturales.- Continuo explicando con voz compresiva. Al parecer ya se había dado cuenta de que yo no me encontraba muy bien. -Hay heridas infecciosas que podrían hacerte daño, ademas tú también podrías ensuciar o modificar el cuerpo. Sus características únicas, son como pistas para nosotros. No podemos arriesgarnos.

-No voy a tocar el cadáver.- Susurre con la mirada aun puesta en la ropa medica. -Solo quiero verlo, y ya.

-No nos podemos arriesgar.- Repitió firmemente, y luego extendió una vez más las ropas que debía usar.

No me quedo de otra más que aceptarlas. Él también se coloco una igual a la mía. Luego de prepararnos finalmente estuvimos listos para cruzar la pared de vidrio.

Esta también requería una llave que, por supuesto, Humberto tenia a su disposición. Abrió la puerta con cuidado y luego me indico que pasara con un movimiento de cabeza. Ingrese intentando aparentar tranquilidad para que él no se arrepintiera de lo que estaba haciendo por mí. Le había insistido muchísimo para que me dejara hacer esto. No podía decepcionarlo y salir corriendo como un niño asustado. Ahora debía afrontar lo que yo mismo me había buscado, ¿no?... Era lo correcto.

Humberto cerro la puerta esta vez sin llave, y una vez más paso por mi lado para dirigirse a un lugar en particular. Yo me quede de pie a un lado del vidrio, sin saber que hacer exactamente. Solo me quedaba esperar indicaciones.

Observe como Humberto descolgaba de la pared lo que parecía una lista. La comenzó a leerla con atención y, luego sin quitarle la vista de encima, camino hacia la estantería de acero inoxidable. Al parecer en aquella lista estaban los datos de todos los cuerpos, ya que después de un pequeño rato, Humberto se paro frente a una hilera de gavetas enumeradas en especifico y coloco su mano sobre una de estas. Dejo la lista a un lado y, con las dos manos retiro la traba de metal que mantenía cerrado el compartimento. Cuando la pequeña puerta de este estuvo al fin abierta, una pequeñísima y casi imperceptible nube de frió salio desde adentro.

-Acércate Emilio.- Ordeno Humberto sin elevar la voz. Camine solo tres pasos y luego ya no pude moverme más. -Los cuerpos están congelados casi por completo. Eso evita que la descomposición avance; o al menos la detiene un poco.- Nuevamente, con sus dos manos sostuvo los extremos de la camilla que estaba dentro de la gaveta, y luego la deslizo hacia afuera con fuerza delicada.

Sentí un estremecimiento en la espalda y cuello cuando identifique la forma del cuerpo humano dentro de una gran bolsa que parecía ser especial para cadáveres. Aquella bolsa era lo único que me impedía ver el cuerpo muerto tendido sobre la camilla de metal completamente extendida frente a mí.

No es Joaquin. Intento gritar mi subconsciente, pero su exclamación solo logro un eco muy lejano en mi cabeza.

-Emilio.- Llamo Humberto, le mire sin pestañear. -Podemos irnos si quieres.- Me sorprendí un poco al ver su expresión preocupada, ¿tan mal me veía?

Sin Luz - EmiliacoWhere stories live. Discover now