53.

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Nota importante: Apaguen la luz.



Joaquin

No me percate de que estaba jadeando históricamente hasta que me encontraba frente a la madera obscura de aquella puerta. Trague saliva intentando calmar mi respiración agitada por lo menos un segundo, y al no lograrlo decidí estirar mi mano y tocar el timbre de la casa. Presione el pequeño botón color blanco y espere impaciente, sin moverme en la entrada, a que alguien me abriera.

Después de unos minutos interminables escuche el crujido de la puerta abriéndose. Pestañeé, retrocediendo unos pasos instintivamente, y entonces observe la cara adormilada de mi tío Pablo, él cual no tardo en pasar sus ojos claros de arriba a abajo sobre mí.

-Joaco ¿estas bien? ¿qué ha pasado?- Pregunto de inmediato. No conteste y solo me limite a bajar mi mirada hacia mis pies ocultos por mi calzado, adoloridos por tanto correr hacia tan solo unos minutos.

-Y-Yo...- Intente hablar, pero el nudo en mi garganta impidió que mis cuerdas vocales emitieran un sonido claro. Carraspeé, sin poder calmar del todo mi respiración.

-Ven, pasa.- Dijo, evitando exigir más explicaciones. Lo agradecí silenciosamente y luego camine con lentitud hacia el exterior de la casa.

Nos dirigimos hacia el salón silenciosamente, y cuando llegamos ahí, Pablo volvió a pasar su mirada por mi cuerpo con poco abrigo. Sus cejas se fruncieron un poco ante mi incapacidad de quedarme quieto, pero yo simplemente no podía evitarlo, mis articulaciones se estremecían cada dos putos segundos y disimular los temblores que me sacudían como gelatina me era imposible.

-Te traeré un abrigo, espera aquí.- Murmuro finalmente, dejando de examinar mi patético estado. Asentí aun con la cabeza baja, viendo como se alejaba por una de las puertas que conectaban al salón con otras habitaciones.

Al quedarme solo me permití observarme tal y como él lo había hecho hace un momento. Suspire, escaneando mi arrugada vestimenta con resignación; al menos mi tío pensaría que mis escalofríos estaban siendo causados por el aire frió del exterior nocturno, aunque bueno... Yo sabia que mis temblores no se debían precisamente al frió, no a esa clase de frió.

Volví a pasear mi mirada cansada por los alrededores, tornandome más inquieto con el paso de los segundos. Toda la casa estaba silenciosa y aquello no me extrañaba, mi tio Pablo vivía solo con mi tía Mercedes, no tenían hijos por lo que no era raro el inmenso silencio de la casa, a parte; Eran las cuatro de la mañana, cualquiera en su sano juicio estaba descansando plácidamente en su cama.

Me abrace a mí mismo al sentir una sutil pero estremecedora brisa helada en mi nuca desprotegida.


Molestas.

Van a molestarse contigo pero no dirán nada.

Vete a la calle otra vez, molestas apareciendo sin avisar.

Solo los molestas.


-No.


Sí, y lo sabes.


-Mentira.- Suspire. Cerrando mis parpados con fuerza, evitando que mi mente creyera en sus palabras. Yo no molestaba, estaba en la casa de la hermana de mi madre, ellos eran mi familia, no podía estarlos molestando.

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora