6. Busan II

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Ese mismo Viernes en la noche. Séptima semana del proyecto. En el viaje a Busan.

- Ah... ah... aaah... - sus caderas ruedan lenta e intensamente mientras monta la entrepierna de Hyukjae que está sentado a la orilla de la gran cama. Sus torsos están tan pegados y sudorosos que las manos resbalan trazando senderos candentes y sinuosos por el cuerpo ajeno. El vaivén lento y cadencioso de las caderas de Donghae es enloquecedor, originando oleadas de placer. Hyukjae aprovecha la posición para recrearse en las esponjosas nalgas del castaño, como resarciéndose de las horas en las que no ha podido tocarlas.

- ... Hae... Dios!... Ah... - Hyukjae reinicia un beso fogoso, que arrasa cada célula del cuerpo ajeno y el propio.

Horas antes habían arribado agotados al hotel, yendo cada uno directo a la ducha de sus amplias habitaciones. Pidieron cena a la habitación de Hyukjae para tomarla juntos. Del postre a lo que ahora estaba sucediendo, no había transcurrido ni una hora.

Donghae tiene claro que no debió dejar que ocurriera de nuevo... pero simplemente no fue capaz. Y ahí está... sintiéndose tan bien y tan mal que es como habitar cielo e infierno a la vez. A pesar de que la fiebre y el placer lo consumen, está atrapado en sentimientos confusos y pensamientos contradictorios. Por ello, de pronto no es capaz de sostener la mirada de Hyukjae que le come la boca, mordiéndole los labios y chupando su lengua. Prefiere esconderse lamiendo el cuello y las clavículas del pelinegro, arrancándole jadeos ahogados, al tiempo que se mece sobre él.

Presa de inestables vaivenes emocionales, Donghae, repentinamente travieso, se levanta con suavidad, causando que Hyukjae salga de su interior y se arrodilla frente a él, acaricia los esbeltos muslos y mordiendo su labio inferior, con las pupilas fijas en el pelinegro susurra: 

- Reemplaza el preservativo - sin demora, con el cerebro nublado por la expectativa y la excitación enviando descargas de anticipación por su piel, Hyukjae no demora en realizar su pedido. 

Pronto el pelinegro tiene los dedos prendados de las hebras castañas, a esas alturas disparadas en cualquier dirección. La cabeza de Donghae sube y baja en su entrepierna mientras succiona con fruición y deleite, se relame, emite gemidos ahogados, y el movimiento de su codo denota que su mano está ocupada en su propio miembro. Reparte besos en la punta, lo traga de golpe y gime sonoramente, una y otra vez. Hyukjae deja caer su cuello hacia atrás, mientras por su pecho jadeante resbalan gotas de sudor. Sabiendo que está cerca y queriendo acabar nuevamente con el paisaje de la mirada de Donghae en su retina, lo detiene con delicadeza y voz gruesa:

- ... Hae... para, quiero verte... recuéstate... 

Donghae obedece repartiendo unos últimos besos y lamidas cariñosas en la ingle y el pene de Hyukjae. Se retrepa en el centro de la cama y el pelinegro no tarda en penetrarlo presto, atrapado entre las piernas del castaño que esta vez se cruzan tras sus caderas, atrayéndolo más, urgiéndole a ir más adentro, mientras sus bocas se roban el aire mutuamente. Hyukjae comienza a bombear dentro de él, con fuerza, acelerando conforme la urgencia los consume, incinerándolos. El castaño ya no gime, sino que emite pequeños lloriqueos entrecortados que suenan tan tiernos y sensuales para Hyukjae como el mejor afrodisíaco, sin embargo, los preciosos ojos chocolate están cerrados y él quiere, no, necesita verlos:

- ... Hae... aah... Hae, mírame...

Donghae tarda pero un aleteo de sus párpados, lo deja prendado a los ojos oscuros y anhelantes de Hyukjae, que de alguna forma, entre gemidos se las arregla para componer la sonrisa más dulce que ha visto, contrastando con la pasión y el calor sofocante. En el último instante, resollantes, sudorosos, calientes, pero con las pupilas fijas en las otras, estallan, y el orgasmo conjunto los transporta... se elevan, se sienten en casa por unos segundos... juntos han vuelto a su hogar ancestral, primario... y son uno nuevamente.

Compañero del AlmaWhere stories live. Discover now