VEINTITRES

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Se encontraban sentados en el pasillo del hospital, Serena esperaba su turno en el consultorio

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Se encontraban sentados en el pasillo del hospital, Serena esperaba su turno en el consultorio. Hoy debía entregar el seguimiento de su presión arterial, Haruka la tomaba de la mano mientras sostenía unas cajas de comida. Habían comprado unos aperitivos antes de acabar en espera.

Varios minutos después, la enfermera la llamó y ambos entraron al consultorio del doctor Tomoe. La joven madre estaba un tanto nerviosa, ansiaba entender el porqué de los atentos y rigurosos cuidados de Haruka. Se sentaron en la acolchada, pero incómoda silla, frente al escritorio del doctor y entregó su carpeta prenatal.

-Buenos días, señorita Tsukino. Señor Tenoh -los saludó el doctor.

-Buenos días, doctor. -contestaron ambos.

-Veamos como te ha ido con tu presión -mencionó el médico revisando la carpeta, con su presión arterial de una semana anotada.

Frunció levemente el ceño, oteando el papel, ojeó los demás resultados de sus análisis y suspiró. Se frotó la sien con el dedo índice y miró a Haruka preocupado, el joven entendió de inmediato.

-¿Sucede algo malo? -sondeó la muchacha extrañada por el silencio.

-No... no es nada grave -balbuceó el hombre, mirándola ahora a ella- es solo que tu presión... la has tenido alta, debes cuidar tu alimentación y no esforzarte, sigue guardando reposo. ¿Qué tal las jaquecas?

-No he vuelto a tener jaquecas, desde que comencé a guardar reposo -confesó, estaba un tanto decepcionada. Ya no quería estar en cama- ¿Mi bebé se encuentra bien? ¿No... no nos va suceder nada malo? O ¿Si?

-Ambos están bien, Serena. Estamos tomando las medidas a tiempo -explicó el doctor, y no mentía estaban a tiempo para impedir que sufrieran madre e hijo.

-¿Está seguro doctor?

El médico asintió y volvió la vista a Haruka, el joven estaba ansioso por hablar a solas con él y poder saber los cuidados que debía tener con la muchacha. Serena suspiró de alivio y volteó a ver a su novio, su mirada era severa y se notaba algo enfadada.

-¿Lo ves? -chistó ofuscada- no necesitas estar tan al pendiente mío todo el tiempo, al menos deberías dejarme salir a caminar un poco.

Haruka sonrió de lado, enternecida, debía contenerse frente a ella. Pero realmente le preocupaba y sólo quería que estuviera bien.

-De acuerdo, tal vez exagero un poco. A veces. -murmuró apenado.

-¿Un poco? Sólo te falta meterme en una cajita de cristal. -se quejó cruzándose de brazos.

El doctor sonrió comprensivo, sabía que para la muchacha sería difícil estar quieta y para el joven el cuidarle sin decirle lo peligroso que sería para ella, cualquier esfuerzo y preocupación.

-Tal vez el joven exagere, señorita. Pero es imperioso que no sufra de sobresaltos ni preocupaciones; la presión alta gestacional, es muy peligrosa si no toma las medidas necesarias.

Mi chica predilecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora