CATORCE

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—¿Estás segura que no quieres ir con nosotras al departamento? —consultó Mina inquieta— sabes que tu habitación está disponible

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—¿Estás segura que no quieres ir con nosotras al departamento? —consultó Mina inquieta— sabes que tu habitación está disponible.

Serena sonrió con calidez, sabía que sus amigas la recibirían sin problema. Pero no quería molestarlas, ellas necesitaban privacidad y tranquilidad; sus obligaciones en el trabajo las llenaba de estrés la mayoría del tiempo y no quería ser un problema más al final del día, con mayor razón por lo que implica su estado.

—Gracias, Mina… y Rei. —habló con tranquilidad— Pero creo que es mejor que me quede aquí, en mi casa.

—Pero estarás tan sola... —se lamentó Rei.

—No creo que en tu estado, sea bueno que te quedes aquí… —señaló Haruka preocupada  sentada al lado de Serena.

—No he podido conseguir a nadie interesado en alquilar la casa —explicó la muchacha oteando la habitación— además, no quiero dejarla deshabitada más tiempo. Es lo único que me queda ya.

Cuando sus padres decidieron mudarse del país por la nueva oportunidad  de trabajo del señor Tsukino, Serena no quiso marcharse con ellos y al ser mayor de edad aceptaron que se quedara en Tokio.

Aunque no quiso vivir sola en la casa, no tuvo el corazón para venderla y mantenía la esperanza de alquilarla para costearse los gastos. Así fue como fue a vivir con Mina a un departamento en el centro, el mismo en el que ahora vivía con Rei.

—No se preocupen por mí —volvió a hablar sonriendo— estaré bien, ya es hora de que pase un tiempo a solas y me haga cargo de mí misma.

—Sabes que cualquier cosa que necesites —expresó Lita orgullosa de su amiga— estaremos siempre dispuestas a ayudarte.

—Sí… —exclamaron las demás chicas y envolvieron en un cálido abrazo grupal a la muchacha y con ella a Haruka.

—Gracias chicas —expresó agradecida Serena.

—Y no dudes en llamarme a la hora que sea si te sientes mal —mencionó Haruka mirándola a los ojos— sabes que siempre estaré para ti.

Serena asintió tímida, tener a Haruka cerca la llenaba de una calidez inigualable y de mucha tranquilidad; se sentía segura, capaz de hacer cualquier cosa.

—Se ven tan adorables —chilló emocionada Mina, incomodando a ambas que de inmediato desviaron la vista.

—Debo irme —anunció Haruka levantándose del sofá— mañana hay práctica temprano, el fin de semana tengo una carrera importante. Ojalá puedan ir. —agregó mirando a Serena una vez más.

Por más que intentaba no podía dejar de observarla y ella le sostenía la mirada tímida, la extrañaba mucho.

—¡Ahí estaremos todas! —voceó animada Mina y Rei le dio un codazo.— ¡auch! —se quejó sobándose.

Mi chica predilecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora