Munta: Los libros del Roble

412 28 79
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Los giros en la vida de Liswen siempre se caracterizaron por ser literales

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Los giros en la vida de Liswen siempre se caracterizaron por ser literales. Por ejemplo, cuando rodó al suelo con un gritito de susto que intentó aplacar para que no ocurriera nuevamente el episodio a sus diez años.

Afortunadamente cayó sobre la suave paja que alguien había enviado a acumular allí minutos antes mientras espiaba a la elfa que había estado siguiendo.

—¡Me han quitado las cuchillas y quiero saber que ha sido una de ustedes como broma! —había acusado segundos antes la elfa del arco.

El maestro la había visto venir bastante apresurada, demasiado para cualquier entusiasmo por realizar una actividad ilegal para el pueblo del bosque y sopló con gracia cuando ordenó poner la paja que otras elfas traían, bajo el árbol donde Liswen espiaba. 

—¡No se ría, maestro! ¡¿Dónde están mis cuchillas?! —inquirió la elfa bastante cabreada, aunque más que nada aterrada de que hubiera sido una emboscada y no una simple broma. Tenía mucho que perder, la libertad a la cabeza de esa larga lista.

—Aquí —dijo el arquero y con un movimiento ágil lanzó una certera flecha sobre el árbol donde Liswen estaba. 

Impactó el tiro bastante más arriba que ella, pero ver venir una flecha directo a su rostro no se sintió nada cómodo y prefirió en el susto, perder el equilibrio. Entonces la flor silvestre cayó en un colchón de paja atada con cuerdas viejas y se quejó igualmente porque se había clavado una de las gruesas y secas en la cadera.

Las elfas que allí estaban, que no eran pocas, pero sí un grupo reducido y cronometrado con diversas excusas para que nadie notara su ausencia, se horrorizaron y corrieron a esconderse tras los árboles y las rocas grandes, mientras el elfo se acercaba junto a la dueña de las cuchillas lentamente. Esta, para no dar a conocer su rostro, si acaso la habían seguido con afán de encontrar el campo de entrenamiento y sin saber su identidad, cruzó la mata espesa de cabello que llevaba recogido apenas en una media trenza y con habilidad se dio toda una vuelta por el rostro, sosteniendo la punta en una hebilla. Luego subió una capucha que había hecho tejiendo una bufanda ancha y solo se dejó ver bajo ese disfraz improvisado.

Solamente una vez - Coronada Flor Silvestre | THRANDUILWhere stories live. Discover now