Lempë: Muros de palabras

119 14 26
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿El infeliz del príncipe

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿El infeliz del príncipe... era el mismo de los pergaminos? ¿De verdad? Tenía que ser la coincidencia más horrenda de todas. Liswen sentía pena y disgusto por el elfo que portaba la corona, pero el noble estudiante había empezado a caerle en gracia, y le había hecho un regalo que portaba con cariño por los bosques. Pero eran el mismo, y en solo segundos para procesar el asunto y salvarse de los guardias del rey, la noticia le cayó como un baldazo de agua bastante helado y paralizador.

De todas formas, no conocía bien sus intenciones, aunque Thranduil había hablado rápido y con firmeza sobre los problemas que le esperaban a Liswen si la encontraban en el bosque practicando arquería, así que en el silencio de la noche siguió forcejeando mientras los guardias se alejaban, el asunto era quitarse sus manos de encima, que de un segundo al otro comenzaron a figurársele ardor sobre su piel. No era su amigo, era un poderoso que había medio confesado gustar de ella y podía esperarle un infierno si el rey se enteraba que era ella a quien su hijo le había puesto sus ojos y corazón a su merced, porque su padre se enteraría y harían hasta lo imposible por casarla.

—Estoy intentando ayudarte, ¡¿qué haces?! —susurró Thranduil a los manotazos—. La guardia aun no se ha retirado del bosque, nos encontrarán y tendré que reportarte.

—Un calabozo frío es mejor destino que esto —contestó ella seca.

A Thranduil le pareció sumamente insultante. La soltó y cruzado de brazos casi pudo verla irse. Casi, porque tres zancadas largas separaron a Liswen de Thranduil antes de volver a encontrarse en sus brazos. 

La tierra se abrió bajo sus pies luego de un leve temblor solo presente en el lugar donde ellos se encontraban, dejando un agujero por el que deslizarse como en un tobogán. Liswen dio un pequeño grito por el susto se sentirse repentinamente suspendida en el aire. Y Thranduil en dos saltos llegó a tomarle la mano, pero cayó también por la poca estabilidad del terreno. 

En pocos segundos, allí donde literalmente la tierra se los tragó, un árbol volvió a su lugar y... el hueco desapareció como si nada hubiese pasado.

Entre gritos e intentos inútiles de tomarse de raíces al costado del serpenteante túnel hacia el aparente vacío, Thranduil y Liswen desaparecieron en la noche.

Solamente una vez - Coronada Flor Silvestre | THRANDUILWhere stories live. Discover now