Capítulo XXXIX |Accidentes

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Actualización del día: Sigo jodida.

Cosas nuevas han pasado estos meses en Leesburg Virginia. Terminaron las clases y hoy se realizaba el baile de fin de curso. Las últimas semanas habíamos terminado de preparar todo para la gran noche.

Con Sean no volví a hablar desde ese día que discutimos, lo último que acordamos fue darnos un tiempo para pensar bien las cosas y no seguir lastimándonos de esa manera. Sus palabras seguían rondando mi mente cada noche, cuando me encontraba llorando en la oscuridad, acostada en mi cama, sintiéndome la culpable de que las cosas estén de ésta manera.

Pero no sacaba el valor suficiente para hablarle y decirle todo lo que sentía en estos momentos. Pero mientras más alargaba el tiempo, más corto se me hacía. Había aceptado, después de hablar con mi mamá y mis amigos, irme a Australia.

No quería desperdiciar la oportunidad, y por lo visto, ahora mismo no tenía a nadie quién me detuviera de comenzar de nuevo. Mi papá tenía razón en algo, yo era joven y debía aprovechar las oportunidades cuando se dan, porque uno nunca sabe que puede suceder mañana o pasado o el mes próximo. Y me gusta saber que Australia es una nueva vida, nueva casa, nuevos amigos y un nuevo comienzo.

No fue una decisión fácil, pero si fue necesaria.

Si me quedaba me iba a sentir como en una capsula sin escapatoria, y con mis pies atados con cadenas de hierro al suelo. Sin un rumbo.

Mi trabajo con Kristine había finalizado por fin. Fue el trabajo que más experiencia me dio. Ella se encargó de darme muchos consejos para esta nueva etapa de mi vida, sus palabras claras fueron: "tienes muchísimo talento, Alizee, no dejes de juntar experiencia, de formarte y no hagas caso a los que te digan que no puedes hacerlo".

La familia Whitman llegó a convertirse en mi familia, y nunca pensé que me ayudarían tanto a cambiar el rumbo de mi vida. Todavía recuerdo cuando Aaron me recomendó para trabajar para ellos; y fue cuando conocí al pequeño Whitman.

Ese niño tan imperativo, lleno de ganas de aprender más sobre el mundo; me enseñó tantas cosas, tantos valores. Con su sonrisa, complicidad y su inocencia, pasó a ser como un hermano pequeño para mí.

Sostengo entre mis manos la fotografía que tenía con el niño, lo habíamos sacado en su cumpleaños. Su sonrisa con los dientes chuecos y la falta de mucho de ellos, le daba ese toque de ternura. Dejo la fotografía en la caja juntos a las demás y lo guardo.

Estaba haciendo una limpieza entre mis cosas para ver que llevarme a Australia y que no. Ya estaba guardando todo en cajas, pero la mayoría de cosas las dejaría con mi mamá.

Había hablado mucho con mi madre; me ayudó saber que parte de arriesgarme a comenzar de nuevo en otro lugar era bueno; y con ello podía estudiar lo que me gusta.

Guardo en la valija mis jeans y camisas; al igual que algunos álbumes de fotos en las cajas. había donado muchas prendas y zapatillas que no me quedaban más. Agarro mi cámara de fotos y le capturo en una fotografía el desastre de cosas que era ahora mí, casi, antigua habitación.

Todo lo demás, aparte de lo que me llevaría, quedaba exactamente igual. Vendría en vacaciones junto a mi papá, así que quería volver y sentir que nada había cambiado.

—No te olvides de guardar las cosas que te compramos para la universidad—Anastasia entra a la habitación llevando una pila de ropa limpia en su mano. Lo deja sobre el colchón y da un rápido vistazo a sus alrededores—Alizee, no te vas a llevar media habitación, guarda lo más importante y ya lo otro lo iras llevando la próxima vez que vengas.

Prescindible AmorWhere stories live. Discover now