Capítulo XXXIV |El adiós

4.9K 313 29
                                    

Nada más feo que ver a la persona que más te importa sufrir, y no poder hacer nada para remediarlo.

Así yo me siento cuando veo a mi madre acostada en el sillón con la mirada perdida. ¿Cómo quitarle a alguien el dolor de una pérdida? 

Hace cinco días atrás recibimos la noticia de que mi abuelo entró en coma; ese fue un día bastante difícil para las dos, pero más para mi madre que fue un impacto fuerte, como si le hubieran tirado una roca contra su cuerpo y el dolor sea tan doloroso que no pudiera pararlo. 

Y se que dentro de ese dolor, estaba el hecho de que vio por última vez a su padre postrado en una cama inconsciente, sin tener la solución entre sus manos para que eso cambie. Todo esto se produjo a causa de un choque automovilístico, con una fuerte lesión en partes de su cuerpo, incluyendo al cráneo y ocasionando un traumatismo craneal cerrado. 

El iba solo en el coche, según nos contó la abuela, volvía de una reunión con sus amigos, pero ella no lo acompañó. 

El día de ayer a las diez de la noche nos enteramos que mi abuelo... había fallecido.

Estábamos sentadas en la sala de espera del hospital, mi cabeza descansaba en el hombro de mi mama y mantenía los ojos abiertos tratando de no caer dormida del cansancio que tenía. Ella me había dicho que vaya a casa a descansar y vuelva mañana a la mañana; porque ambas estábamos desde las seis acá con mi abuela, me permití faltar a clases ya que el hecho era justificable; pero no quería dejar sola a mi madre toda la noche. Me necesitaba, estaba aguantando horas para no romperse frente a mí de nuevo. Yo sostenía su mano y la abrazaba a cada rato para hacerle saber que no estaba sola. La abuela no estaba con nosotras, se había ido hace media hora para poder darse un baño antes de volver al hospital. 

—¿Crees que despertará?Mi voz suena seca, casi inaudible. Su mirada transparente cayó en mi.

—El siempre fue fuerte, bajo cualquier circunstancia. 

Sus ojos contenían las lágrimas, pero por alguna razón no quería dejarlas escapar. Se notaba cansada, estaba sufriendo internamente todos los días, pero no quería exteriorizarlo. Buscaba ser fuerte.

Dejo un corto beso en su mejilla. Quería decirle que su fortaleza lo sacó de él, pero me contengo y dejo que el silencio siga reinando en el pasillo vacío del hospital. 

Las dos estábamos en nuestros propios pensamientos, asimilando cuando tiempo duraría mi abuelo en el estado que estaba. Los doctores no nos daban una respuesta concisa, ya que el tiempo que puede pasar alguien en coma es indefinido, pueden estar días, meses, años, o jamas despertar.  

Miro el reloj que yacía en la pared, diez de la noche. Suelto un suspiro, me vuelvo a acomodar en la silla y dejo cerrar mis ojos tan solo unos segundos para poder descansar. 

En mi imaginación podía ver a mi abuelo despertando, acostado en la camilla del hospital con mi abuela al lado. Él le hablaba a mi mamá y se abrazaban, como si fuera un nuevo comienzo para ellos. Una pagina se acaba y comienza otra nueva. 

Pero no fue así. 

Abro mis ojos al escuchar la voz del doctor hablando con mi madre. El hombre portaba una mirada angustiante y preocupante; hablaba con cautela y...¿tristeza? Sentía como mi respiración se iba al imaginarme que pasaba. No eran buenas noticias. 

¿Alguna vez sintieron esa sensación de que todo se queda en mute y no puedes escuchar nada más que tu corazón acelerado y tu respiración agitada?

Así me sentía justo ahora. Viendo como el doctor hablaba, pero yo no podía escuchar nada después del "su padre.. el falleció. Lo lamento tanto". 

Prescindible AmorWhere stories live. Discover now