21- El Plan Perfecto

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Lenalee se encontraba comiendo en el gran salón de la iglesia de San Pedro, acompañada del resto de sus amigos.
Estaba callada, más de lo normal, y era comprensible ya que la cumbre apenas había terminado hace una hora, y aún sentía que las piernas le temblaban por la terrible tensión que se vivió ahí dentro.

Al final Cross tuvo razón, Allen y Road eran la prueba viviente de que La Orden y los Noah si podían trabajar juntos, y fue lo que se necesitó para que Sheryl y Levellie dejaran de pelear y se pactara la alianza.

Los exorcistas y los akumas unirían fuerzas, se quedarían a defender el Vaticano con todas las tropas que ambos bandos tenían para ofrecer, eran la última esperanza de seguir con vida, y solo tenían un intento.
Si perdían aquí, el mundo estaba condenado. Sin presiones ¿eh?
Aunque esta decisión, desde luego, no le agradó a nadie.

Tuvieron que poner a los dos ejércitos en lados opuestos de la ciudad para prevenir trifulcas.

Aunque esto era lo que menos le importaba a Lenalee justo ahora, pues no dejaba de pensar en Kanda y Allen... Ninguno de los dos volteó siquiera a mirarla en ningún momento.

Ellos y su grupo se alojaron en la zona más apartada de la catedral, en un conjunto de habitaciones con su propio jardín, y no habían salido de esa zona desde que llegaron, ni siquiera para comer.
Y es probable que no saldrían hasta que los terceros estuvieran a las puertas del Vaticano.

-Hey, Lenalee, estas muy distraída.

Dijo Lavi, lanzándole un pedazo de puré al rostro, obligándola a reaccionar.

-Lo lamento, ¿qué decías?
-Yo no, Miranda.
-Ah, lo siento Miranda...
-No no, no te disculpes, solo decía que aún estoy temblando por la tensión de la cumbre... Pensé que en cualquier momento todo iba a volar en pedazos.
-Creo que todos nos sentimos así... Hasta que llegó Allen.

Nuevamente, la mención de su antiguo amigo trajo un culposo silencio a la mesa.

-¿Vieron como se impuso al Conde y al Papa? De verdad parecía que estaba a su nivel, como si fuera alguien de temer.
-Allen es alguien de temer, afuera todavía están contando a los muertos, no puedo creer que lo hayan dejado ir sin repercusiones...
-No asesinó a ningún exorcista o buscador, solo a los hombres de Levellie, el Papa se lo perdonó todo por lo que le hicieron en el calabozo hace un año...

Lenalee recordó aquella noche, en la que escapó del cuartel tomado de la mano de Road. Fue un recuerdo que se sintió como una punzada al corazón.

-Además, ¿notaron su comportamiento con Road?

Claro que lo había notado. No sólo se habían sentado en el mismo sitio, en todo el rato que duró la cumbre los dos buscaban formas discretas de tocarse.
Un roce con la punta de los dedos, un ligero toque de los labios con la mejilla del otro, cosas por el estilo.
Lenalee frunció el ceño, y su apetito desapareció por completo.

-Discúlpenme, creo que me iré a dormir.

Dijo levantándose de la mesa y marchándose sin decir nada más, y sin hacer caso a lo que Lavi y el resto le decían.
La verdad es que irse a dormir era lo último que quería, no era capaz de conciliar el sueño sabiendo que Allen y ella estaban bajo el mismo techo.

Durante el último año en que todos en la Orden se la pasaban peleando y repartiendo culpas, ella había cambiado... Se había vuelto triste y amargada, y casi todo rastro de su personalidad amable y cálida también se habían esfumado.

Tal vez en el pasado la relación que Allen Y Road tenían la hubiera entristecido... Pero ahora le enojaba.

Divagó por los oscuros pasillos de San Pedro, escondiéndose de los akumas y buscadores que pasaban ocasionalmente, incluso logró ocultarse de Wiseley, que paseaba en la oscuridad al igual que ella.

Come Along With MeWhere stories live. Discover now