12-La otra cara de la moneda.

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-¡Qué todo el personal no combatiente evacue de inmediato!
-¡No puedo verlos, no sabemos cuantos enemigos nos atacan, son como fantasmas!
-¡Me dieron, me dieron!
-¿¡Donde están los refuerzos!?

Cosas como estas podían escucharse a lo largo y ancho del cuartel chino, el cual ardía en llamas y una explosión hacia temblar su estructura cada ciertos minutos.

Había caos, se respiraba el miedo, la incertidumbre se estaba comiendo vivos a todas las personas que escapaban, mientras los exorcistas disponibles se quedaban a pelear contra un enemigo al cual aún no habían visto.

El plan era simple, Road y Alma, que tenían los poderes menos discretos se encargaban de distraer a los exorcistas mientras Tyki y Allen saqueaban la bóveda del cuartel, tomando dinero del que seguramente la orden podía prescindir.

Hasta ahora las cosas habían resultado bastante bien, no había muchas bajas civiles, los generales no habían aparecido, y para estas alturas era seguro decir que Kanda ya había encontrado a Mugen.
El plan marchaba a la perfección.

-¿Qué dices, con esto será suficiente?

Preguntó Allen, mirando los costales llenos de oro y billetes de muchos países.
Tyki comprobó el peso, pensando.

-Hay como cien mil libras entre los dos costales que llevamos, es suficiente... Parecemos bandidos de cuento para niños, ¿no lo crees?

Dijo burlón, pero sin bajar la guardia.

Allen sonrió, mirando al pasillo solitario y en ruinas detrás de ellos, aún nadie se había percatado de su presencia, lo que les compraba unos minutos más.

-Parece que no tendrás que salir a las casas de apuesta en un buen tiempo.
-¿De que hablas? Seguiré acudiendo a las noches de Poker, ahora que aprendí tus sucios trucos con la baraja me divierto mucho más.

Allen desvío la mirada, esas palabras lo habían hecho reflexionar sobre algo.

-Oye Tyki, tu... ¿Estas bien con nosotros?
-¿Mmh? ¿A que te refieres?

-Bueno... Haces mucho por Road y por mi, llevaste comida a la casa todos esos días en que apenas y podía moverme, además de que más de una noche no me dejaste morir cuando mis pulmones fallaban. Nos has impulsado tanto para que Road y yo seamos felices... Que nunca nos pusimos a pensar en si tu eres feliz.

Tyki bajó el saco que ya se había cargado al hombro y encendió un cigarrillo, escuchando a Allen.

-No me mal intérpretes, nos encanta tenerte con nosotros, pero sé que nuestra felicidad no es la tuya. Y si un día tu quieres buscar tu propio camino...
-Joven, déjame interrumpirte ahí.

Le dio una calada al cigarro, y miró al exterior, al bosque iluminado por las llamas del cuartel.
Ya una vez le había contestado algo similar, pero con una persona que siempre se preocupa por los demás ¿que otra cosa se puede esperar?

-A pesar de lo que pienses de mí, soy un hombre muy sencillo, y me enorgullezco de eso porque puedo sentirme cómodo en cualquier lugar, lo único que busco todos los días es algo que me divierta, que me haga sentir bien, porque soy un amante de la buena vida.

Está vez, lo miró directamente a los ojos.

-Además, Road es mi familia, debo decir que es la Noah con la que mejor me llevaba en la mansión del Conde, la conozco desde que era una mocosa malcriada y mimada, y ver cuanto ha crecido y madurado gracias a ti es lo que me hace feliz en este momento.

Le lanzó otro costal lleno de dinero, el cual Allen atrapó con dificultad.

-Así que deja de preocuparte por los demás y enfocate en lo que realmente importa, tu Y Road.

Come Along With MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora