Capítulo 9

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No crean que me he olvidado de #UNEES a causa del revuelo ocasionado por la publicación de #ATDS (espero que vosotros tampoco os hayáis olvidado). Pues aquí llega el capítulo 9, como ya va siendo costumbre, ilustrado por la genialosísima Rosa Petrea. Les adjunto el enlace de la imagen para que puedan verla http://www.4shared.com/download/RrKIn8K2ba/IMG_0652.JPG?lgfp=3000 Como siempre, estará disponible para descarga en Epub, Mobi y PDF. Aprovecho para comentar (para el que no se haya enterado ya) que mi novela, A través del sexo, será publicada en breve por Ediciones Babylon, les dejo el enlace de la página por si quieren más info. https://www.facebook.com/novela.atds?ref=hl Muchas gracias por leer y por vuestro apoyo! Sin más, les dejo con el capítulo.

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Todas las esperanzas que Kato había albergado sobre marcharse rápida y silenciosamente del Sodoma se evaporaron en el momento en el que Noel distinguió a Karel en medio de la multitud. El modelo había salido precipitadamente del reservado en el que habían estado para bajar con bastante apuro las escaleras de metal que llevaban hasta la zona principal de la discoteca. Kato, que no podía hacer otra cosa que seguirle, lo hizo, sintiendo que con cada escalón que le acercaba al nivel de suelo aumentaba su desasosiego, incomodidad y enfado.

No debería haberse sorprendido tanto al ver allí a Morgan, a pesar de la insistencia con la que le había pedido que no acudiera. La continua incapacidad de ese hombre para ponerse en sus zapatos era sólo comparable a su talento para incordiarle. Y sin embargo, Kato había sido tan iluso de pensar que por una noche —una sola noche— Morgan sería lo suficientemente maduro para entender que había en el mundo cosas más importantes que sus infantiles caprichos. Por una décima de segundo se sintió mal consigo mismo, mal por no haber sido del todo sincero con él, por haber intentado imponer su voluntad sobre la de Morgan, por esperar de él que no se comportara de acuerdo a su propia naturaleza, pero apartó esos pensamientos rápidamente al alcanzar el rellano.

Noel le esperaba al pie de las escaleras, poniéndose de puntillas para intentar ver de nuevo a Karel, y haciendo evidentes gestos de impaciencia. Deseando terminar cuanto antes, Kato volvió sobre sus pasos para ascender unos cuantos escalones, esperando que la altura le ayudara a encontrarles. Se apoyó con ambas manos en la barandilla y escudriñó la multitud sin ningún éxito. No había señal de Karel... ni de Morgan. Kato no supo si sentirse frustrado o aliviado. Por un lado, no tenía el más mínimo deseo de encontrase con su amante en ese momento y lugar, pero por el otro, era consciente de que no podría salir del local hasta que Noel no se reencontrara con Karel. Frunciendo levemente el ceño a causa de tal dilema, Kato volvió a descender, para ver que Noel le esperaba impaciente, al percatarse de lo que su asistente estaba haciendo.

—¿Los has visto? —preguntó con apremio en cuanto se puso junto a él.

—No —fue la lacónica respuesta. Kato se ajustó las gafas con el dedo índice—. Quizás deberías llamar a Karel-san por teléfono.

—Oh, claro —respondió el modelo, sonriendo—. Menos mal que al menos uno de los dos piensa con claridad.

Noel sacó su teléfono móvil del bolsillo trasero de los pantalones, y sin perder un momento, marcó un numero y se lo puso junto al oído. Mientras tanto, Kato volvió a escanear sus alrededores en busca de los dos amigos, de nuevo sin ningún éxito. Una extraña sensación de anticipación le produjo un leve cosquilleo en la nuca y se giró, esperando encontrarse con el rostro moreno y franco de Morgan, pero sin embargo, no fue a él a quien vio. En su lugar, se encontró con que a pocos metros de él un joven lo miraba intensa y descaradamente. Kato creyó reconocerlo como el mismo con el que había tropezado un rato antes. El muchacho vestía ropa muy ceñida y tenía los labios entreabiertos, en una clara invitación. No desvió la mirada de Kato ni siquiera cuando descubrió que este le miraba, sino que le sonrió, dejando que su carnosa y húmeda lengua se colara fugazmente entre sus dientes al hacerlo. Decidiendo ignorarlo, Kato desvió la mirada. Había conocido a demasiados hombres como aquel como para saber lo que una mirada prolongada podía significar.

Una noche en el SodomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora