Capítulo 3

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Y ya van tres!!

Gracias a todos los que estáis siguiendo esta loca, loca historia, incluso aquellos que no conocen a todos los personajes que aparecen en ella!

Como siempre, pueden comentar el capítulo en la página de ATDS, o en Twitter, con el hashtag #UNEES.

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La ciudad pasaba rauda al otro lado de las ventanillas del coche. Demasiado rápido, de hecho. Noel hizo un esfuerzo por no interpelar al conductor del vehículo y se limitó a asegurarse de que su cinturón de seguridad estaba perfectamente ajustado. Miró hacia su acompañante, que conducía con rostro hierático y pulso firme. Noel confiaba en él, en su inquebrantable lealtad, en sus afilados instintos y sus finos reflejos, pero cuando se saltó un semáforo en rojo, decidió que era el momento de intervenir.

—Kato —dijo con voz calmada, a la vez que dejaba reposar su mano en uno de los férreos muslos del otro hombre—. Vas demasiado rápido.

—Mis disculpas —replicó en tono casi ausente, a la vez que levantaba perceptiblemente el pie del acelerador.

Noel volvió de nuevo su vista a la ventanilla del coche, por la que apenas veía desfilar desdibujadas figuras y luces demasiado fugaces, mientras se entregaba a sus pensamientos. Aún sentía cierto resquemor por la negativa de Karel a acompañarlo a la entrevista. Le habría gustado poder disfrutar de su compañía aquella noche, pero él se había cerrado en banda. Aunque aún a veces le sorprendía —y a veces, hasta le agradaba— la mojigatería de Karel, esa noche le había estropeado unos planes que él ya daba por sentados. Quizás había sido culpa suya, por ser lo suficientemente ingenuo como para creer que podía meter a Karel en una discoteca gay.

Kato tampoco parecía muy contento con las perspectiva de acompañarle, se dijo mientras lanzaba una mirada de soslayo al japonés. Desde que conociera el escenario que el representante de la revista  Homo había elegido como marco de su entrevista para dicho medio, no había hecho más que expresar su disconformidad al respecto, aludiendo a lo inapropiado de aquel lugar y otros de similar naturaleza, y a lo problemática que podría ser la presencia de una celebridad como el modelo en un lugar así. Sin embargo, a Noel le había parecido original, y hasta divertido, citarse allí con un periodista, a la vez que elucubraba en lo mucho que Karel y él podrían divertirse una vez la entrevista terminara, por lo que había instado a Kato a aceptar en su lugar. Que finalmente Karel se negara en redondo a ir le había quitado toda la diversión al asunto.

Lo más irónico de todo era que al igual que él estaba molesto porque su pareja no había querido acompañarle, Kato parecía estarlo porque la suya no había dejado de insistir en ir con ellos. Esbozó una sonrisa tensa al recordar las zalamerías con las que Morgan intentara convencer a Kato de que su presencia allí esa noche sería beneficiosa para él en uno u otro sentido, argumentos que el mismo Kato se encargó de desmontar con una facilidad pasmosa, a la vez que le recordaba a Morgan que para él la cita de aquella noche era puramente profesional y que la presencia de su amante allí sería tan innecesaria como incómoda. La tensa sonrisa de Noel se ensanchó al sorprenderse a sí mismo deseando que Karel tuviera al menos un poco del desparpajo de su mejor amigo.

—¿Por qué Karel no habrá querido venir conmigo? —se dijo.

Al darse cuenta de que había hablado en voz alta, volvió su mirada hacia el hombre que conducía, que no hizo ningún gesto que desvelara que le había escuchado, pero Noel lo conocía demasiado bien para saber que lo más probable era que no le pareciera conveniente expresar su opinión sobre el particular.

Una noche en el SodomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora