Fama de tardona.

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Vacilé un poco al abrir la puerta... Espero que solo sean cosas mías y no le pase nada a mi madre. La verdad, en el camino de vuelta (era bastante breve, 5 minutos) había pensado que me pasé con la actitud de salir corriendo y de no querer llegar a casa, pero es que esa es la cara de mi madre de dar disgustos. Cuando ingresaron a mi padre la última vez esa fue la cara de mi madre al decírmelo, también cuando me dijo que murió mi conejo, Bigotes. Todas las malas noticias las anunciaba poniendo esa cara, y personalmente, no quiero enfrentarme a disgustos, quiero que todo vaya bien, aunque solo sea por una vez en mi vida, creo que me lo merezco ya.
Abrí la puerta sin volver a pensarlo dos veces y escuché a mi madre hablando con Hugo: "Solo serán un par de meses, pero quiero que estéis con nosotros" decía mi madre.
Entré en la cocina interrumpiendo la conversación.

-Hola. -Hablamos a la vez mi madre y yo.

-Abie... Siéntate, tengo que hablar contigo. -No dije nada, simplemente separé la silla que estaba al lado de Hugo de la mesa y me senté en ella. -Verás... El tío Fred esta ingresado en Nueva York, le ha dado un ataque al corazón y... Bueno, sabes que no tiene a nadie así que tu padre y yo hemos estado hablando y voy a ir a hacerle compañía y a cuidarle, no le conviene el estrés, de modo que le voy a intentar facilitar el día a día. Solo iré un par de meses, pero me gustaría que me acompañarais, no quiero ir sola y...

-¿Y papa? -La interrumpí, por primera vez en su discurso.

-Tu padre tiene mucho trabajo, ya sabes.

-¿Y no se puede tomar unos días libres? Por Dios mamá, es su hermano.

-Claro, unos días, pero no un par de meses. -Claro que puede tomarse unos días libres, es el jefe de todo eso... Pero otra cosa es que le de la gana.

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