Capítulo 41 - Ingenua

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Nayeon despertó en su cama, abrazada al peluche de pingüino de Mina. Lentamente abrió los ojos, estaba muy cansada. Se quedó tumbada un rato y estuvo a punto de volver a dormirse cuando de repente lo recordó todo. Mina. Se levantó de golpe, provocando que se mareara y tuvo que apoyarse en la pared para no caer al suelo. En cuando se recuperó fue corriendo a la cocina, donde encontró a Jackson y a su madre hablando, parecía que discutían. Se acercó y nada más se dieron cuenta de su presencia ambos callaron. Nayeon se acercó a la mesa, que es donde estaban sentados ellos dos y vio una nota, tenía la letra de Mina. La agarró y sin leer nada la rompió en pedazos.

- ¡Nayeon! -Jackson exclamó.

- Lo que tenga que decir que venga y me lo diga a la cara.

Hubo unos minutos de silencio completo antes de que Yeeun se atreviera a hablar.

- Mina solo había dejado esa nota... -Miró al suelo, donde ahora estaban los trozos del papel roto. -Y un sobre con dinero para un tal Minhyuk. Hemos revisado su habitación y están todas sus cosas menos la cartera y el casco de moto.

Nayeon levantó los hombros y fue a la nevera a por algo de comer.

- Que se lo dé ella misma, no soy su recadera.

Yeeun y Jackson se miraron, conocían muy bien esa actitud de su familiar, y es que las primeras semanas después de la muerte de su padre estuvo exactamente así. El siguiente en hablar fue Jackson, sabían que tenían que ir con pies de plomo.

- Supongo que Mina ha ido a tomarse la justicia por su propia mano. Pero... -Pensó un poco antes de terminar la frase. -¿Discutisteis anoche?

- No. Ella ya lo tenía planeado y yo no pude hacerle cambiar de opinión. -Apretó los puños. -O si hubiera podido si no fuera una estúpida.

- Nayeon no eres una estúpida. -Su madre la rebatió.

- Mamá llévame a casa Sunmi. -Habló seria. -Tengo que hablar con ella.

Yeeun asintió, cuando ella había llamado para anunciar la desaparición de Mina, le había insistido en que necesitaba hablar con Nayeon. En poco tiempo se plantaron en la casa de Sana, ya que allí era donde estaba ahora Sunmi. Yubin las invitó a pasar y cuando entraron vieron como Sunmi estaba a gritos con alguien por el teléfono.

- ¡Me da igual que ya hayáis ido ahí! ¡He dicho que volváis a peinar la zona!

Colgó y tiró el móvil por ahí, llevándose las manos a la cabeza, claramente estresada. Yubin se acercó para que viera que ya estaban allí.

- Nayeon cariño.

Aunque hacía unos momentos parecía que iba a matar a alguien, ahora le mostró su mejor sonrisa y fue a abrazarla. Cuando se separaron, Nayeon miró a su alrededor. Estaban la madre y el padre de Sana, las dos madres de Momo y su propia madre. De pronto se sintió intimidada por la presencia de tantos adultos.

- ¿Podemos hablar en privado?

Le preguntó a Sunmi prácticamente con un susurro y mirando al suelo. Esta al escuchar la pregunta se fijó en la habitación y entendió porque no quería hablar delante de todos.

- Claro.

La agarró de la mano para guiarla hacia otra habitación pero antes de salir Nayeon preguntó algo más.

- ¿Y Sana y Momo?

- En la habitación de Sana. -Contestó Hyerim, la madre de mencionada. -Luego puedes subir, igual se animan.

Asintió levemente y pensó en el estado en que se encontrarían. Debían estar destrozadas. Fueron al salón y ambas se sentaron al sofá. Sunmi le agarró la mano antes de empezar a hablar y le dedicó una sonrisa tranquilizadora. Fue ese el momento en el que Nayeon realmente se dio cuenta de lo que estaba pasando. Mina no estaba. No estaba y absolutamente nadie sabía donde se había metido. La gente confiaba en que ella podía saber algo, ¿pero era así?

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