Capítulo 39 - Desalojadas

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Una ambulancia adelantó a Mina mientras ella iba camino a casa de su amigo a buscar el libro que le hacía falta. Sintió un escalofrío cuando esto ocurrió y supo que algo no iba bien. Aceleró para llegar lo antes posible. Cinco minutos fue el tiempo que tardó en aparcar y darse cuenta de que estaba en lo cierto. La casa de su mejor amiga estaba en llamas, había cuatro coches de policía, dos camiones de bomberos, una ambulancia y mucho caos, muchísimo. Mina buscó entre las caras de toda la gente, intentando reconocer el rostro de Yubin o Sunmi en alguno de ellos, pero fue en vano. Nerviosa, se acercó a un agente de policía y le preguntó.

- ¿Hay alguien dentro?

- No puedes estar aquí, está restringido.

- Por favor, vivo aquí.

- Ahora no hay tiempo niña. -Dijo antes de hacer una llamada alejándose.

Mina sintió su sangre hervir y decidió hacerlo por sus propios métodos. Agarró el móvil y llamó a la comisaría, preguntó por Sunmi nada más sintió que había descolgado el teléfono.

- S-sí... -El agente contestó un poco abrumado por la repentina pregunta. -Está en su despacho.

Mina respiró un poco aliviada, pero faltaba por saber si Yubin se encontraba bien.

- Dile que se ponga.

- ¿Quien eres?

- Su hija, vamos joder, no tengo todo el día.

El chico quedó callado por su brusquedad pero por lo menos fue a buscarla rápidamente.

- Mina. -Dijo Sunmi desde la otra línea.

Esta quedó un poco sorprendida.

- ¿Cómo sabías que era yo?

- Tenía que ser tu o Momo, y Momo no sería capaz de traumatizar a un agente de policía. ¿Qué te pasa?

- ¿Dónde está Yubin?

A Sunmi le extrañó la pregunta, pero contestó.

- Hoy tenía libre así que probablemente en casa durmiendo.

Mina se llevó las manos a la cabeza y miró hacia la casa.

- ¿Qué es lo que pasa Mina?

- La casa está ardiendo.

Sunmi se levantó de golpe.

- ¿QUÉ? ¿POR QUÉ NADIE ME HA AVISADO?

Dio el grito al cielo y se puso la chaqueta para partir hacia allí rápidamente, con una última advertencia hacia la japonesa.

- Mina, los profesionales se ocuparán de esto. NO HAGAS NADA ESTÚPIDO.

Colgó el teléfono y Mina se agachó para atarse bien las zapatillas.

- No considero que salvar a mi madre sea algo estúpido. -Susurró.

Una vez estuvo preparada, corrió hacia delante, pasando por toda la seguridad y ante las miradas atónitas y los gritos de los agentes que rodeaban la casa. Entró por la ventana de abajo, llegando al salón. El aire era irrespirable y el calor insoportable. Se tapó la boca con el brazo para intentar no inhalar demasiado humo y empezó a buscar a su madre. Según le había dicho Sunmi debería estar en su cuarto. Subió al piso de arriba y vio la puerta cerrada de la habitación de sus madres. Fue corriendo a abrirla, solo para darse cuenta de por qué Yubin no había salido de allí por su propio pie. Estaba cerrada con llave. La golpeó intentando comunicarse con ella.

- ¡YUBIN!

Gritó lo más fuerte que pudo pero no hubo respuesta. "Con el tiempo que lleva respirando esto es probable que esté inconsciente", pensó. Dio varios golpes y empujones a la puerta pero no había forma de romperla o abrirla así que fue corriendo al baño y agarró un clip de pelo, después volvió y empezó a intentar abrir así la cerradura. Sintió muchísimo calor y miró hacia los lados, el fuego se estaba extendiendo. Tenía que hacer esto rápido. Notó como hizo un clack y la puerta se abrió, sonrió ladinamente y por fin entró. Vio a Yubin en el suelo al lado de la puerta, se había desmayado intentando salir. La levantó como pudo y la puso en su espalda para llevarla a cuestas hasta la salida. Por el camino pasó por delante de la habitación de Momo y un pensamiento pasó por su cabeza. "Nayeon me va a llamar estúpida por hacer esto". Entró y una notó una ola de calor, aunque esto no la paró. Fue hasta su cama y agarró al pingüino de peluche y lo guardó debajo del brazo para que no le molestara en el agarre a Yubin. Después agarró la foto de Sana, Momo y ella de pequeñas que tenía en la mesita y lo puso en el bolsillo de su chaqueta. Finalmente salió de la habitación y ya se dirigió a la salida, que se dio cuenta que estaba cubierta por llamas así que fue al salón para salir por donde había entrado pero estaba en el mismo estado. "Habrá que correr", pensó. Volvió a la salida principal y se colocó delante de las llamas. Suspiró y contó hasta tres mentalmente, tenía los brazos muy cansados, si no salía ya no saldría nunca. Al tres corrió pasando por encima del fuego y quemándose las piernas pero consiguiendo su propósito. Salió al exterior, respirando el aire fresco y las piernas le temblaron, causando que cayera al suelo. Vio como un montón de gente llegaba en su auxilio y luego todo negro.

IronyWhere stories live. Discover now