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Lana Thompson.

Mi mirada se queda fija en la suya, la cual expresa cierta impaciencia por obtener una respuesta de mi parte.

Siento que me dará un jodido infarto de lo rápido que me late el corazón. Mis manos se han puesto frías y temblorosas, y como si fuera poco, me ha llegado del tiro un dolor de cabeza.

Trago saliva y respiro profundo.

—¿Qué quieres hablar? — Y es que, a pesar de estar temblando, sin saber porque me he puesto tan nerviosa, mi voz suena normal.

— ¿Te puedo invitar algo de tomar? — pregunta. Alzo una ceja y lentamente asiento.

Ambos nos dirigimos a un café que está dentro del centro comercial.

—Diez minutos, Sean. — digo de manera clara y concisa.

—Que tengan buenas tardes jóvenes, ¿Que desean ordenar? — se acerca un señor de unos, al menos, 60 años.

— ¿Qué deseas? — me pregunta el chico que tengo enfrente.

Pero no respondo. Simplemente me quedo mirándolo fijamente. Para mí, el tiempo sigue corriendo, y no soy yo quien lo está perdiendo.

»A ella tráigale un chocolate caliente con malvaviscos. — alzo una ceja. Es exactamente como me gusta, él lo recuerda— Para mí solo un café oscuro, y gracias.

El señor se retira y Sean apoya sus brazos en la mesa, acercándose un poco. Yo me alejo y pego mi espalda al respaldar de la silla.

Ya estoy tomando control del asunto y ya, al menos, no tiemblo.

—El tiempo corre.

—Te has puesto hermosa.

—Lo sé. Si solo me dirás cosas ridículas me largaré. — aclaré.

Él balbucea algo inentendible y luego termina soltando de una manera clara:

—Lamento todo lo que pasó hace años.

—¿Qué lamentas exactamente? — Ahora soy yo la que coloco los brazos en la mesa para acercarme. Nuestras miradas se mantienen fijas en la del otro.

—Sé que te lastimé de muchas maneras. — asiento lentamente con la cabeza, él me ve fijamente sin hacer nada, ni reaccionar a nada.

—Lo único que quisiste de mí fue simplemente meterme tú jodido pene ¿Me equivoco?

—Lana...

—Sé perfectamente la respuesta, pero quiero oírte decirlo.

—No seas masoquista.

—Eso es mi puto problema, habla.

—Sí.

Y si, como ya lo dije, es algo que sabía, pero mierda, sí que ha dolido esucharlo de su boca.

Quizás aún muy dentro de mí, tenía las esperanzas de estar equivocada y de no haber sido tan estúpida y ridícula.

Odio sentir que quizás valgo tampoco que para lo único que me buscan es solo follarme hasta aburrirse.

Quizás eso hace Carter también.

—Tenía un enamoramiento por ti ¿Lo sabes?

—Ese no fue mi problema.

—Por supuesto que no. — siento como mis ojos se nublan, pero tan rápido como vienen las ganas de llorar, se van— No fue tu culpa que yo fuese tan idiota.

—Aquí está su pedido. — aparece el señor de nuevo, quito los brazos de la mesa y vuelvo a pegar mi espalda del respaldar de la silla. Él deja los pedidos y se retira. Yo ni siquiera volteo a ver el chocolate, no lo tocaría.

¿Jugamos A Ser Novios? - (El Juego #1) [+18] √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora