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Y tú, negrura,
despeja el horizonte de mis hermanos,
los que vencen.
Y surjan para ser derribadas
sus oquedades.
Entre todos, con manos aliadas,
sembrar de vida lo sumido en penumbra,
lo matado y caído, lo creído perdido.
Márchate, negrura.
Pasarán mis pies sobre ti,
como hice antes, y comprenderás al tiempo
mi ausencia en tu esencia, mi victoria.
Arrasará mi paso tus hatos, destrozará,
hollará lo que has criado que no viva,
restará voz a lo que el dolor mitiga
ahogando la paz y sembrando el duelo.
No será esta tierra de luto.
No es.
No seré.
Ni viuda. Ni difunto. Ni sepulcro.

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora