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Oh, seno de lo inconmensurable,
en ti designios no yacen perdidos,
ni vagarosos ni haraganes.
Do tu figura se muestra de faldas abiertas
veo un misterio nacer,
siento una aurora sin margen,
oh germen de la vasta vida.
Mis dedos no saben tomarte medida,
¡qué presunciones las mías! Qué sacrilegios.
Mas soy carne humana, viajero por dentro,
alma con propósito de eones.
Soy y no soy... lo siento.
Y tu holgura, la finura, la fermesa de tu tacto
embelesa mis sentidos
y allí, donde te siento esplendoroso,
allí soy semejante a un chiquillo,
un gato gentil, ronroneando.

Un atisbar, una espera, un caminante,
una verdad susurrada, un sentido,
un amor de lejos, un vestigio,
una tonada, un beneficio.

¿Qué dice allén la línea sino tu nombre?

Aquestas plumas de otoño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora