7. Las 20 preguntas.

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La preocupación comenzó a carcomerme mientras pasaban los minutos sin una respuesta por parte de Ryan. Casi pasaron 20 minutos desde que le pregunté que había pasado, estuve a punto de llamarlo pero el sonido del timbre me hizo levantar de un respingo. La reja que daba a la calle estaba cerrada, ¿Cómo había llegado alguien hasta la puerta?. Me acerqué con lentitud mientras comenzaba a marcar el número de emergencias en mi teléfono. Al final el dichoso vecindario extravagante no iba a ser tan seguro. Me asomé por el orificio de la puerta empinándome un poco para alcanzarlo.

-Al fin-abrí la puerta solo para recibir el ceño fruncido de Ryan, su cara estaba sudada y sus brazos cruzados.

-Soy yo-intentó hacerse paso pero levanté una mano para evitárselo, mi palma se encontró con su pecho y noté la humedad en su camiseta. Sus ojos bajaron hasta mi mano y a pesar de su ceño fruncido, comenzó a formarse en sus labios una de esas sonrisitas burlonas.

-¿Y tus llaves?-aparté mi mano y me crucé de brazos. Su sonrisa se desvaneció.

-En la mesita, Sherlock-suspiró con cansancio-No pensé que tú amigo el chatarrero me haría cargar tantas cosas para dejar el maldito Tv.

Me asomé dentro de la casa y comprobé que sus llaves descansaban sobre la mesita junto a mi. Volví a mirarlo.

-¿Como pásate la reja?-pregunté.

-¿Estás paranoica?-ahora volvía a sonreír-Lees mucho Cat-esperó a que lo dejara pasar una vez más, pero al ver que no iba a hacerlo, dejó caer los hombros con tedio.-El timbre no sirve, estuve llamando a Seth pero no responde y para cuando me escribiste ya estaba trepando la reja.

-¿Trepaste la reja?

-No suenes tan sorprendida, tengo el mejor estado físico de por aquí-entró cuando finalmente me hice a un lado y cerré la puerta tras nosotros.

-Claro-respondí esperando que notara el sarcasmo en mi tono y lo seguí hasta la cocina-¿Dejarás el auto fuera?

-¿Seguirás interrogándome?-preguntó abriendo el refrigerador.

-¿Qué haces?-salté para apartarlo.

-¿Y ahora qué?-suspiró.

-¡Te torcerás!

-¿Eh?

Rodé los ojos y señalé su cara.

-Estás caliente, el refri frío... Te puedes torcer-le expliqué con la mayor seriedad, pero el estaba a punto de estallar en risas-Solo dime que quieres-volví a rodar los ojos.

-Agua, por favor-respondió riendo. Sacó un vaso del estante que yo no podía alcanzar y lo extendió hacia mi.-Pensé que no me dejarías pasar-dijo mientras le servía el agua.

-Soy precavida-me encogí de hombros restándole importancia y guardé la jarra. Cuando volví a levantar la vista en su dirección, sus ojos avellana me estudiaban el rostro con detenimiento.

-Lo sé, lo entiendo-levantó su mano libre con inocencia-Soy un desconocido con el que te obligaron a vivir.

-No lo diría... así, pero si.

Ryan se bebió el vaso de un sorbo y lo lavó en silencio, lo secó y lo guardó. Cuando finalmente se volvió hacia mi, me sonrió.

-Pues deberíamos cambiar eso-pasó por mi lado para dirigirse hasta la sala, y por alguna razón lo seguí-¿Conoces el juego de las 20 preguntas?-se estiró sobre el sofá más grande y palmeó el lugar vacío a su lado.

-Claro, lo jugué en primaria-me senté junto a él manteniendo la distancia. Su sonrisa se ensanchó.

-Comienza entonces.

VIVIENDO CON EL ENEMIGO (En edición)Where stories live. Discover now