CAPÍTULO 5

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El alfa nos guía por un pasillo no muy largo. No me dedico a analizar mucho la decoración, simplemente porque no hay decoración. En el pasillo solo se aprecian unas tres o cuatro puertas. Después llegamos a lo que sería la sala, que comparte un mismo espacio con la cocina y está completamente vacía. No hay absolutamente nada, ni siquiera una silla para sentarse a reflexionar sobre la vida y mandar al carajo a todo el mundo mirando por la ventana.

Salimos por la única puerta que hay y lo único que veo es blanco. Blanco hasta mis narices. Todo lleno de nieve y más nieve, desde aquí no se puede ver la manada como desde la oficina. Es un asentamiento montañoso enorme.

— Lucifer me dijo que se las arreglarían solos con su estadía, así que les doy todos estos metros para que construyan lo que les beneficie — dice el alfa Demián — Esta parte siempre está llena de niebla así que pueden hacer libremente lo que deseen.

— Dalila se encargará — aclaro.

Mazi empieza a bostezar y desperezarse. Mírenla, que envidia. Ella no tiene que salvarles el culo a unos perros.

— Cuando gusten pueden entrar a mi oficina y los pondré al día con lo sucedido — dice y me observa fijamente.

— De acuerdo — contesto — ¿Tienen los cuerpos todavía o ya los usaron de abono para plantas? — se mantiene en silencio. Estoy seguro de que considera darme un golpe.

— Tenemos los más recientes congelados — responde — Los más antiguos ya fueron despedidos en una ceremonia.

— Mmm.

Nos miramos fijamente unos instantes donde yo trato de comprender su mirada. Como siempre en las últimas horas, sus ojos están y no están a la vez. No tengo ni idea de que piensa. Su comportamiento ni siquiera es similar a los registros de lobos mundanos que tenemos en Saeva.

Sus jodidos atractivos labios se fruncen, con sus dedos peina su barba hacia abajo levemente, suspira casi al mismo tiempo que yo inhalo y me inundo de su atrayente aroma.

— Los veo luego — se despide y da media vuelta hacia la cabaña, dejando un rastro muy leve de su aroma.

Dalila ya está terminando los arreglos para hacer aparecer mágicamente un lugar donde quedarnos. Beez se queda dormido contra el tronco de un árbol con la boca abierta. Un extraño animal pequeño, peludo y de mejillas regordetas se le sube y le rebusca en la cavidad bucal.

«Pobre animal, no sabe en qué lugares a estado esa lengua»

Mazi se sacude para que la baje, cosa que hago. Mira a todos lados con curiosidad, observa los árboles, la nieve, el cielo, al animalito correr despavorido, a Dalila torciendo los ojos como poseída y a su padre queriéndose largar de aquí. Veo una mueca en su rostro, resopla por la nariz, me mira, hace un puchero y ya se lo que va a decir.

— ¿Y Bubu? — pregunta.

— Ya se fue Bubu con Nana — le contesto preparándome para lo que viene.

Observo como sus ojos empiezan a inundarse en lágrimas, su puchero se profundiza. Dalila nota lo que sucede e inmediatamente hace aparecer dos tapones de oídos tamaño jumbo que coloca en sus conductos auditivos. Beez y yo no corremos con la misma suerte en el momento en el que un estruendoso llanto sale de la diminuta garganta de mi bendición.

Trato de acercarme mientras me tapo las orejas, no funciona, busco desesperadamente alguna jodida rama que pueda clavarme en el tímpano para dejar de oír. Beez se levanta exaltado tratando de meterse nieve por las orejas. La jodida montaña tiembla y la niebla que nos cubre pareciera que bailara.

¡Yo Voy Arriba! [Gay] [PAUSADA INDETERMINADAMENTE]Where stories live. Discover now