CAPÍTULO 3

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Damián Alekseeva

Es un desastre.

Es a la única conclusión a la que puedo llegar con esta visión. Al menos unos treinta cachorros corriendo despavoridos, una mezcla de llanto, mocos y tierra que tiene estresados a cinco lobos adultos. No tengo idea de dónde sacaron espadas de cartón, pero ahora están jugando a las batallas. Los lobos adultos tienen plasmados en sus rostros una mezcla de cansancio, ira y mucho, pero mucho autocontrol.

Se supone que hoy sería su primera demostración de combate. Los instructores les enseñarían varias formas de salir de situaciones peligrosas en su cuerpo humano y en su transformación completa. De alguna inexplicable manera esto termino siendo un calvario para los lobos adultos y un motivo de risa para los lobatos.

Observo detenidamente las acciones de cada niño. Aún no han manifestado su segundo género, pero por lo general el nivel de emoción o acción en estas situaciones dan pequeños indicios de lo que serán a partir de su adolescencia.

Bebo lo que quedaba de mi café y dejo la taza vacía en la esquina de mi escritorio. Inhalo profundamente y cruzo mis brazos sobre bajo mi pecho. Continúo observando hasta que veo que un pequeño niño cae al suelo con lágrimas en sus ojos, la que parece ser su madre se acerca, incluso desde esta distancia soy capaz de escuchar lo que dice.

— ¿Qué sucede cariño? — se acuclilla

— Mis bo-bolitas — solloza — Me l-las van a co-cortar...

Me tenso terriblemente y logro percibir la expresión de desconcierto en el rostro de la loba.

— Se acabó la clase. Vuelvan todos a sus casas — grita una alfa — ¡Y traten de destraumar a sus hijos!

Paso mi mano por mi rostro con un ligero —pero casi inexistente— alivio. Escucho una risa baja a mis espaldas. Coloco las manos en mis bolsillos y me doy media vuelta. Ahí está Logan con el rostro sonrojado apretando los labios.

— Aquí están los documentos — dice dejando la delgada carpeta sobre la madera de mi escritorio.

—¿Tú los desordenaste? — pregunto ignorando la carpeta.

— No...

— Tú los desordenaste — afirmo.

Coloca una de sus manos en su nuca y contiene la risa.

«Este idiota»

Conoce de primera mano el estado de estrés en el que me encuentro, sin embargo, parece estar empeñado en joderme las bolas. Camino hasta sentarme en mi silla, coloco mis codos sobre la madera y observo a mi segundo al mando. Es alto y delgado, de cabello castaño y es beta. A veces jode como una señora, pero es eficiente.

— Ya preparé todo lo necesario para la llegado de los de Infierno...— lo interrumpo.

— ¿No tienen un gentilicio? — pregunto ya estresado de tener que llamarlos a todos de diferente manera.

— No, antes de la guerra se llamaban a sí mismos Nobiuss, después de la guerra se desprendieron de gran parte de lo que los identificaba y desde entonces no se les permite la entrada a los humanos a Infierno, ni siquiera la salida de información — explica.

— Todo hermético... — murmuro para mí mismo.

— Así es, lo único que sabemos es que, a diferencia de nosotros, Infierno es un sin números de dimensiones diferentes que se interconectan de una forma que asociamos a las telarañas — explica — También es habitado por muchas especies, pero todos tiene ciertas características biológicas que les permiten sobrevivir en esas dimensiones. Supongo que ese es el factor de fuerza por las cuales los representantes les temen muchos.

¡Yo Voy Arriba! [Gay] [PAUSADA INDETERMINADAMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora