31. Luces oscuras Parte 3

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Multimedia: Take me to church - Hozier

Capítulo treinta y uno

Parte tres

Tus abrazos eran aquel refugio en el que era capaz de sentirme segura y dejar que mi imaginación volara a mundos inexplorados.

{*}

- Esta bien, muchísimas gracias director Broom.

Colgué la llamada y dejé el teléfono en su correspondiente base. Fruncí el ceño y cogí la pequeña campana de cristal, la cual encerraba una rosa que ya había dejado caer unos pocos pétalos. Era algo que, para una persona con el carácter de Edward y su manera de ser, no parecía algo de su propiedad.

Aún no estaba demasiado segura de lo que estaba haciendo; Ed me había llevado en su moto hasta su casa y había dicho que se sentiría mucho más seguro si yo dormía allí. Y yo sin más acepté, mirando aquellos preciosos ojos azules con cierto tono grisáceo y sabiendo que estaba cayendo por ellos sin entender como había sucedido todo tan rápido - y sin entender, tampoco, porqué cada vez que salía de la clínica donde estaba Clair, Ed tenía moto o bien coche.

Caminé por el pasillo hasta que llegué a la habitación de Ed, con una camiseta y un pantalón de deporte del chico. Y aún qué me iban demasiado grandes, el olor de Ed había conseguido que anhelara que su fragancia estuviera en mi. Abrí la puerta y el pelirrojo estaba sentado de espaldas a mi, mirando por la ventana y pensando Dios sabe qué. El chico soltó un pequeño gruñido y se estiró, dejando caer su peso sobre el colchón y dejando su mirada puesta en mi cuerpo, el cual ahora era perfectamente visible para él.

- Hola, Eddie - Susurré, sin saber exactamente que decir.

El chico me miró y frunció el ceño, sin embargo luego sonrió sin dejar lucir sus blancos dientes. Ansiaba con toda mi alma adentrarme en la mente de Ed y saber qué pensaba, cuando se sentía mal y cuando estaba en los momentos más felices, qué era lo primero que pensaba por las mañanas y que era lo último que pensaba antes de dormir por las noches. Se puso en pie y se acercó a mi, acunando mi rostro entre sus manos, dejando un dulce beso en mi coronilla y acercando sus labios a mi oreja.

- Ven, acuéstate y descansa, topolina - murmuró suave. Asentí y me metí entre las sábanas. El chico cerró las persianas negras, dejando la habitación sumida en una profunda oscuridad. Aún así, fui capaz de ver que el chico color pelo de fuego se sentó de cuclillas delante mío y pasó su mano por mi rostro.- Descansa bonita, lo necesitas.

- Tu también - murmuré atrapando su mano en la mía.

- Estaré en el salón si necesitas alguna cosa - dejó caer él en un susurro, sonriendo y besando mi frente.

El chico se fue de la habitación y esta quedo inundada en el silencio. Me giré y cerré los ojos, intentando olvidar el echo de que estaba en la habitación de Ed y que este había marchado hacía unos largos segundos ya.

El silencio en la habitación era sepulcral. Aún qué estaba en un lugar desconocido nunca tuve la sensación de estar perdida. Una luz provenía desde un lugar desconocido, dejándome ver aquel vestido blanco y las bailarinas que calzaba del mismo color.

- No debiste haberme elegido - Murmuró una voz en mi oído, atrapando mi mano en la suya, aun sin dejarme saber su identidad aún qué parecía ya saberla. - Todas las luces que llegan a mi vida - empezó a decir el chico. De pronto un parque apareció a nuestro alrededor y él apretó mi mano. - acaban perdiéndose en la oscuridad.

Terminó de decir el chico. El chico desapareció y yo me senté en un columpio, el cual estaba sujeto con una enredadera que llegaba hasta donde mis ojos ya no eran capaces de ver. Todo se volvió oscuridad y solo quedé yo sentada en aquel columpio, con el vestido manchado de sangre y la poca luz que había ido disminuyendo progresivamente.

Firefly |Ed Sheeran|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora