31. Luces oscuras Parte 2

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Capítulo treinta y uno

Y es que no sabía si eras como un imán para mi, atrayéndome de una manera que sobrepasaba los límites.

{*}

De vuelta en aquella habitación, donde Clair descansaba, sentía que mis párpados pesaban de una manera sobrehumana. Ed había ido a por unos cafés y yo había hecho mi misión como ángel con la excusa de que tenía que llamar a mis padres y prefería hacerlo sola. Eran casi las seis de la mañana de aquel martes y no entendía como la gente seguía sin explicarme con precisión lo que sucedía. A las ocho de la mañana, es decir, en un par de horas, debía llamar a la oficina del director y avisar de mi situación, pues no podía dejar sola a Clair. No me lo podía permitir. No otra vez.

- Lo hiciste durante casi dos horas Jane - Exclamó la voz de Damián apareciendo de la nada. Lo miré e hice el ademán de una pequeña sonrisa, sabiendo que tenía razón y qué tenía todo el derecho de recordármelo. - Lo de dejarla sola, digo. Tu escapada con Edward no duro precisamente poco.

- Lo sé - Susurré a penas. El chico soltó un suspiro y posó su mano sobre mi hombro.

- Estoy aquí Jane, siempre - Murmuró en mi oído y desapareció en cuestión de dos segundos.

A la misma vez, Ed entró con dos cafés en una pequeña bandeja en su mano derecha. Cerró la puerta con la mano izquierda cuando estuvo dentro de la habitación y me miró con una sonrisa inmensa sobre sus labios. Puso las dos tazas encima de la mesita con ruedas y la atrajo hacia donde estaba sentada.

- Bien, un Latte Macchiato con dos de azúcar para la señorita y un Cola-Cao para mi.

- ¿En serio, Ed? - Pregunté con sorna en mis palabras.

- ¿Algún problema? - Preguntó él de vuelta con una sonrisa en sus labios.

- Es mucho mejor el chocolate caliente de máquina de Milka, nada de Cola-Cao.

- Tonterías - Afirmó él. Le saqué la lengua y soplé el vaso que estaba entre mis manos, pues estaba demasiado caliente aún. Lo puse de nuevo en la mesa y miré a Clair.

- Eres tan infantil - murmuró él haciéndome prestarle atención de nuevo.

- Habló el chico maduro que toma cola-cao - Contraataqué veloz.

- Al menos yo no bebo chocolate de una empresa con una vaca lila como logotipo.

- ¿Qué tienes en contra de las vacas lilas?

- ¿Y luego me dices que yo soy el infantil, cuando me acabas de preguntar que tengo en contra de las vacas lilas?

- ¡Pero si lo se infantil me lo has dicho tú! - Exclamé riendo y él se unió a mis carcajadas.

- No mientas, Topolina - Nuestras carcajadas se transformaron en sonrisas y el silencio quedó impregnado por el dulce sabor de las palabras.

Miré a Clair sin poder borrar la sonrisa de mi rostro. Cada vez que Ed me llamaba de aquella manera que solo él sabía, me hacía sentir que él se había apoderado de una parte de mi y que a la vez se había tomado la molestia de conocerme y saber que aquel apodo era el adecuado para mi. La verdad es que normalmente la gente no habituaba a ponerme apodos o sobrenombres, y hasta ahora no me había importado en absoluto, pero saber que Ed tenía el apodo perfecto para mí me hacía sentir diferente, especial, querida e importante para él.

- ¿Qué fue lo que pasó? - Preguntó suave, intentando no destruir cual misil aquella agradable atmósfera que se había creado, sin embargo no sirvió de nada. Ya tenía algo en el cuello algo que me impedía hablar como de costumbre.

- No lo sé.

- Yo que tú me quejaba y les exigía explicaciones.

- Lo imagino - solté riendo por lo bajo. - Pero no soy tú Eddie, no quiero tener problemas con todo el mundo.

- Tú no quieres problemas con nadie - aclaró con gracia en sus palabras y unas dulces carcajadas sonaron a través del silencio de la sala. Bien, "silencio", porqué ya me había acostumbrado al estúpido pitido de la máquina del corazón de Clair.

No era capaz de dar crédito a lo sucedido las dos siguientes horas; médicos y enfermeras habían entrado para revisar a Clair, sin embargo todo el mundo ignoraba a mis súplica para que me contaran que sucedía. Estaba indignada. Sí, eso mismo; INDIGNADA. En letras mayúsculas, para dar más énfasis y para que la gente sienta más mi indignación. Si es que ya no sabía a quién más acudir, maldita sea. Y mi indignación era palpable hasta en el aire. Y mi rabia, y mi cabreo, e incluso una cierta fuerza que no estaba segura de donde salía. !Claro que lo sabía! ¡De el hecho de no saber nada!

- ¡Auch! - Exclamé cuando sentí un líquido caliente caer por mis manos.

- ¿Pero qué...?

Mi taza de café estaba destrozada encima del suelo y el líquido igual.

- Hey ¿estás bien? - Preguntó Ed acercándose a mi. - Eh, Jane

- Sí, sí, solo... - Miré mis manos y tenía un corte en mi mano izquierda. Los grises ojos de Edward me miraron, intentando descifrar si dolía mucho. - Escuece un poco.

De la mesita de noche sacó unas gasas y alcohol. No sabía como él sabía que todo eso estaba allí, pero no me interesaba. Solo veía que las suaves manos de Ed acariciaban las mías.

Media hora después, la doctora Clark se encontraba explicándome todo lo sucedido con Clair. Y para mi, en cuanto me lo contaban todo, se me iba oscureciendo la vista. Como si encendieran malditas luces oscuras.

***

Bien, tenéis todo el derecho del mundo a matarme y tal, pero pensad las consecuencias MUAJAJA:3 si vale, ahora en serio, juro que lo siento, pero he estado de vacaciones en España, y luego en Alemania tuve demasiados exámenes y blah blah blah PEERO LO SIGO SINTIENDO MUCHO #bebesh<3

Os amo adoro, subo el miércoles o jueves, promise❤️

Nohely

Firefly |Ed Sheeran|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora