41. Una respuesta válida

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Capítulo cuarenta y uno

La medicina para que salgas de mi cabeza era que estuvieras a mi lado, Eddie.

{*}

" [...] Nunca había visto nada parecido. Takumi llevaba una camisa blanca almidonada y una corbata roja con un estampado negro en forma de curvas; Chip llevaba su camisa de botones arrugada y la corbata de flamencos. [...]  "

Había leído el mismo párrafo cuatro veces ya, y Edward no había desaparecido de mi cabeza ni un solo instante desconcentrándome al máximo. Como cada día desde hacía más de media vida, acompañaba la tarde con las deliciosas galletas de Grace, la historia contada por la antigua radio, un té a mi lado y un buen libro. Pero desde hacía unos días una novedad no me dejaba tranquila: Edward. El pelirrojo se había pasado horas y horas rondando mi cabeza y no había pedido permiso para ello. Y deseaba que apareciera y me llevara a un lugar mágico, ida sin retorno, viajes eternos con Eddie. Ese podría ser un buen título para algún libro.

– ¿Jane? - susurró Grace con su sonrisa, dejando paso a las arrugas de sus mejillas. La miré atenta esperando a que prosiguiera. - Te quiero mucho.

– Te quiero más abuela - respondí sintiéndome totalmente feliz. Esas pequeñas cosas debían hacernos felices. Eran sin duda los mejores momentos de esta vida. – Y, espero que nunca olvides que me puedes contar lo que sea. Cielo, es más que un vínculo familiar lo que nos une, y no quisiera que se perdiera por nada del mundo.

– No pasará abuela, tranquila - murmuré acercándome a ella y dejando un beso en su mejilla derecha. - Y si pasara algo, serías la primera a la cual le contaría.

– Escucha a los que te rodean cariño.

La miré esperando a que continuara, pero no lo hizo. Simplemente dejó que el silencio reinara por unos eternos segundos mientras sus ojos derrochaban desesperación. Sin embargo había paz en ella, podía sentirlo. No sabía que decirle. El corazón me palpitaba un tanto más acelerado que de costumbre por la curiosidad y mi mente no maquinaba ninguna frase lo suficientemente coherente para responder a Grace. ¿Que quería decir con eso? En un segundo pensé en todo lo que había pasado en mi vida, y nada se relacionaba con lo que ella estaba diciendo.

< ¿A dónde quieres llegar, Grace? >

El timbré sonó haciendo que perdiéramos el contacto visual. Sus ojos y los míos se encaminaron hacia la puerta y me puse en pie. Acto seguido ella también y las dos caminamos hacia la puerta. En el pequeño camino me preguntó si esperaba a alguien y dije que no. En cuanto llegamos Grace se adelantó un paso y se acercó al pomo de la puerta. Lo giró abriendo la puerta y yo me sorprendí al ver al pelirrojo delante nuestro. Llevaba un jersey azul oscuro con rallas blancas y unos jeans negros, y sus manos reposaban en los bolsillos de estos. Los zapatos estaban perfectamente atados y los extremos ocultos en los lados de este. Su labio inferior temblaba levemente y sus cabellos estaban revueltos como siempre. Siempre me habían gustado, estaban tan desordenados que parecía que estaban perfectamente ordenados para causar el caos. Y por último su piel pálida con rastros casi invisibles de una no muy larga barba.

Se veía bien. Muy bien. Demasiado bien, tanto como para pasarme la vida entera disfrutando mirándolo.

– Buenas tardes, Grace.

Su voz sonaba tan profunda como siempre. Escuchar su voz era como sentir que, lo que sea que hubiera dicho, sonaba de la manera más bonita. Al final de la frase apareció una pequeña risa, tímida, y yo pensé como era posible que la ocultara siendo una de las sonrisas más bonitas que había visto antes.

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⏰ Última actualización: Nov 19, 2016 ⏰

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