Vi como en el fondo Liam me observaba sin decir nada. Blake, Josh, Matt y Ashton me miraban en silencio sin siquiera decir nada.

—¿Celoso Lightwood?

—¿Celoso? ¿De que? ¿De algo que jamás sucedió? No lo creo estúpido.

Bryce sonrió y me voltee para vestirme, no necesito continuar con esta conversación tan ridícula.

Se concentran en tener sexo con las chicas de la secundaria, las tratan como reinas cuando están con ellas y, como es de esperarse, a sus espaldas hablan de ellas como zorras. Cuentan las intimidades que mantienen y poco a poco el instituto completo se entera, como si fuera alguna revista de chismes.

Son unos malditos.

Luego de lo sucedido en los vestidores, no se volvió a tocar el tema de el número veintisiete y su estupido comportamiento de troglodita. El entrenador parecía estar de buen humor hoy, llevaba puesta su aparentemente gorra favorita. La cual, lleva el logo de los GSW en ella, y en el costado las iniciales J.S.W.

Asumí que estas eran las iniciales de el nombre de el coach, y de alguna manera me alivió el saber que no correríamos más de cuatro manzanas el día de hoy.

—¡Buen día banda de ineptos! Los necesito con el mejor humor posible, estamos a solo dos días de el partido más importante de la temporada y, debemos darlo todo.

Una sonrisa resplandeciente emanaba de Jonathan, la cual fue eliminada en cuanto Blake West contradijo lo antes dicho.

—¿No se supone que el partido más importante de la temporada es el semi-final y el final? Digo, porque este es el primero y sinceramente es más que obvio que ganaremos —el comentario de Jack hizo que la mayoría de los jugadores rodáramos los ojos.

La sonrisa de el entrenador se tornó una mueca de desagrado haciéndome retener las carcajadas que querían salir de mis cuerdas vocales.

—Mi día estaba yendo extremadamente bien. Desayune panqueques hechos por mi hija, quién al parecer copió la maldita receta de un restaurante francés y la mejoró. Llevo mis pantalones favoritos junto con mi gorra de los Warriors favorita, logré quitar la mancha de pasta de la alfombra y..—el entrenador inhalo fuertemente—, ¡Y por una vez en mi puta vida mi hija no me ha mandado al diablo en la mañana! ¡Me importa un cuerno si es o no es el partido más importante de la temporada, Jack! Es un maldito partido como cualquier otro, y de una maldita vez quiero que cierres la boca y comiences a entrenar o yo mismo te pateare el trasero y correrás ida y vuelta por las doce manzanas de este asqueroso pueblo que amamos.

Unas carcajadas se escucharon en el fondo y si Jack ya estaba completamente pálido en estos momentos se está tornando transparente.

Dirigí mi mirada a la horrorosa risa que resonaba detrás de nosotros.

Un chico con cabello rosa pastel y varios tatuajes en el cuerpo se retorcía mientras sostenía su estómago tratando de aguantar las risas. Traía las uñas de las manos pintadas negras, unos jeans desgastados con agujeros en todas partes y unas tenis igualmente negras.

Traía una chaqueta negra de cuero y una cadena colgando de su cuello. Su piel era pálida y sus ojos eran de un color azul grisáceo.

A estas alturas no sabia como reaccionar.

—No cambias querido John, veo que sigues en forma aunque comes más que un camionero regordete después de un día de trabajo. Ya estás en los cuarenta ¿cierto? Demonios John, ya estás convirtiéndote en un anciano viejo y abstinente —el chico soltó otra carcajada ronca y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Los jugadores guardamos silencio a las palabras de el desconocido.

Mi mirada se dirigió a John, quién se quitó la gorra se la cabeza y una expresión de asombro sustituyó la anterior mueca causada por Jack. 

—¿Zack Johnson? ¿La pesadilla de los Johnson? —el asombro acariciaba las palabras de John, mientras miraba al chico sorprendido.

—En vivo y en directo Johnathan, ¿me extrañaste?

—No lo creo, tuve unas muy buenas vacaciones de tus travesuras todo este tiempo, ¿Qué te hizo volver? Según se tú  padre te envió a un reformatorio en Europa y estabas muy conforme allí.

El chico de cabello rosa cuyo nombre aparenta ser Zack yacía frente a John quien parecía estar un tanto entre disgustado y sorprendido con la presencia de este.

—Ese maldito internado de mierda solo me enseñó como abrir una caja fuerte con una cuchilla. Además, la abuela se ofreció a tenerme en su casa y papá decidió mudarse a no se donde. La abuela es mi nueva tutora legal hasta que cumpla la mayoria de edad —el tal Zack sonrió dejando a la vista su notorio piercing en los incisivos frontales.

¿De dónde demonios John conoce a este chico con pinta de delincuente juvenil?

—Espera un segundo, estás diciéndome que...

—Así es Jonny, volveré a ser tu vecino.

El entrenador estuvo apunto de responder pero, la puerta de la cancha se abrió y cerró abruptamente.

La mirada de todos los presentes se dirigió a la morocha vestida con un Jean negro y sus usuales tenis Nike blancas. Llevaba una camiseta Blanca que dejaba al descubierto su abdomen y sobre sus hombros traía un hoodie negro el cual reconocí al instante. En sus brazos sostenía una soda y en la otra mano llevaba unos nachos con queso.

—¿Que? La puerta se cerró sola, yo solo la abrí y cuando entré casi se me caen los nachos, así que dejé que...—explicó la peli negra como si tirar la puerta hubiera sido lo peor que alguna vez alguien había hecho.

Sus palabras quedaron suspendidas en el aire en cuanto su mirada pasó de los jugadores que usualmente ve hasta el chico de cabello rosado.

—¡¿Zack Johnson?!

—Un gusto verte Jennifer, la última vez que te vi traías Brackets, ¿Desde cuándo te creció el busto?

Una mueca de asco surgió desde lo más profundo de mi, y se incrementó cuando Jenna corrió a los brazos del chico quién la atrapó, uniéndose en un abrazo lleno de emociones.

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Three Point Shot | Libro I |  ✓. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora