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014: Hematomas
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Aaron Lightwood

—La próxima vez recuerda decirle a tu mami que no grite tan fuerte, no pude dormir anoche por su culpa.

Mi hermanastra me fulminó con la mirada y sus mejillas se tornaron un color rojo intenso.

Sonreí y dirigí mi mirada a Jenna una vez más. Parecía sorprendida y sinceramente no la culpo, jamás imaginé que un tipo de comentario como ese saldría de mis labios y mucho menos en frente de ella.

Su cabello iba en una cola de caballo dejando su fleco sobre su frente, llevaba una camisa corta de esas que las chicas aman usar para mostrar sus piercings en el ombligo. Con la gran diferencia de que Jenna no era fanática de los agujeros en el cuerpo a diferencia de mi que adoro los piercings. La camiseta era color blanca, su abdomen sin embargo dejaba mucho que desear de ella y su figura. Un jean simple y sin agujeros acompañaba su camiseta resaltando sus caderas y, en su calzado unas tenis Nike blancas hacían presencia.

Desde mi punto de vista, simple y sencillamente sexy.

—¿Nos vamos Sunshine? —extendí mi mano en su dirección con el objetivo de entrelazarla con la mía.

Sentí la mirada de mi hermanastra en mi y en su mejor amiga, al igual que la de el hippie de Malcom.

Jenna centro su mirada sobre mi y luego en mi mano, aún extendida.

Justo cuando pensé que la tomaría, paso por mi lado dejándome completamente confundido. No me tomo mucho tiempo voltearme y seguirla. Digamos que mi mirada se distrajo en los jeans ajustados de la futura psicóloga y su trasero monumental. Alejé mi mirada de sus posaderas y camine a su lado.

—¿Eso era necesario? —gruñó mirándome de reojo.

—Sip.

Ella rodó los ojos y nos dirigimos a la cancha de baloncesto. Parecía enojada, pero más enojada debía estar Mar por mi comentario.

[...]

—¿Estaba buena? —reconocí la voz de Jack.

—Obviamente.

—¿Hasta donde llegaron? —se le unió Mike.

—Hicimos de todo, prácticamente me rogó que la hiciera mía. —fruncí el seño ante la respuesta de Bryce.

—Demonios, resulto ser toda una zorrita.

—Digamos que si, lamentablemente solo conmigo es así amigo.

—No te hagas ilusiones Bryce, no eres el único que puede estar con las mejores chicas.

—Te apuesto lo que quieras que la chica que digas cae en mis redes en menos de una semana.

—¿Que hay de la hija de el entrenador?—abrí los ojos de golpe y salí de la bañera dispuesto a integrarme a la conversación.

—¿Sunshine? Ya tenemos historia.

—¿Te tiraste a la hija de el entrenador? Estas loco Bryce.

Frené de golpe.

—Ella no era hija de el entrenador en ese tiempo, su madre estaba soltera y ella tomaba clases de gimnasia con mi hermana.

—¿Aún lo haces con ella?

—Jamás revelare eso mi rey, los caballeros no tienen memoria.

—Pero muy hombrecito que eres para hablar de las demás y ponerlas como zorras, ¿o me equivoco? Eres un maldito machista Bryce, cualquiera lo sabría y digamos que la palabra hombre se te queda corta imbécil —el silencio reinó en las duchas, los jugadores me miraban si emitir palabra.

Three Point Shot | Libro I |  ✓. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora