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17 de mayo, 2015

Fui a la iglesia.
Recuerdo que cuando era un niño, cada noche, le pedía a Dios que me diera alas. Deseaba tocar el cielo con mis manos, poder alejarme de mis pesadillas, las que mi padre me ocasionaba, las que aún permanecen.
Pero esta vez, cuando mis rodillas chocaron con la madera del reclinatorio, pedí perdón.
Le suplique que Gray no me odiara, que su silencio, ante las últimas palabras que le había dicho no significaran su odio así mí.

Blue

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