Epílogo

26 6 19
                                    

2029

Me cuesta mucho reconocerme en este viejo diario y sin embargo han sido múltiples las veces que soñé que volvía a ser aquel muchacho.

En el sueño estoy corriendo descalzo bajo la lluvia, una sombra me persigue y cada vez que esta por atraparme grito y una mujer aparece para darme resguardo bajo su paraguas. Comienzo a avanzar y la lluvia inunda la calle, me quedo solo y nado para llegar a la orilla de una isla que veo a la distancia, hay gente celebrando y trato de llegar a ellos, pero con cada impulso siento que me alejo. Me estoy por ahogar y pierdo la esperanza de salvarme, entonces distingo un bote que va en círculos, la persona también quiere avanzar y no puede, así que, le pido ayuda y me tiende su mano. Arriba de la embarcación cada uno sujeta un remo y empezamos a ir hacia delante, la tormenta se va alejando y juntos vamos avanzando. Nunca recuerdo como termina el sueño o simplemente me despierto.

—¿Otra vez el mismo sueño? —me acaricia el pelo y me acurruco entre los brazos de Orange susurrando "sí"—. ¿Pudiste ver que pasa al final del sueño?

—No, pero estoy seguro de que... —Escucho un leve llanto llegar desde la habitación continua—. Yo voy —le digo levantándome de la cama.

—¿Y mi bes...?

—Buenos días, marido —lo interrumpo con un beso en los labios.

Han pasado más de cuatro años del día que le propuse a Orange que pasáramos la vida juntos, meses después de que nos mudáramos juntos, aunque según él no fue una propuesta formal porque no me hinque en una rodilla sobre el suelo, sino que se lo pregunte mientras estábamos sentados frente a nuestra tradicional fogata de invierno.

—Bueno, Blue, aquí estamos por décima vez, en el bosque de los monstruos, siendo pleno invierno... No sé por qué te hice caso para que viniéramos a acampar, nos va dar un resfriado espantoso —protestó envolviéndonos más con la manta.

—Orange, no he sido una persona fácil con la que lidiar, lo siento —suspire.

—No, pero como te dije a los veintiún años, vuelvo a repetírtelo a los veintiséis: quiero estar contigo en las buenas y en las malas.

—Por eso quería que viniéramos aquí. —Me miró alzando una ceja—. Primero, no me interrumpas hasta que diga todo ¿sí? —Asintió—. Hace un tiempo, pienso en el futuro, nuestro futuro. No creo que seguir así como pareja sea lo que quiero —le tape los labios antes de que explotara— ni algo que tú quieras.

—Claro que quiero que sigamos juntos —me apartó la mano, se puso de pie y me cruce de brazos, mientras él colapsaba inútilmente—. Blue, ¿por qué dices que no quieres que sigamos siendo novios? —Se sentó enfrente de mí y me tomó las manos desesperado—. ¿Es que ya no me amas?

—Si dudas de que te amo, debo estar haciendo algo muy mal —le sonreí limpiándole las lágrimas que se le empezaban a formar en sus ojos y lo besé con todo el amor que fui capaz de expresarle—. No simplemente te amo sino que quiero pasar el resto de mi vida contigo, ¿en las buenas y en las malas?

—En las buenas y en las malas —respondió.

Por suerte, el día que le anunciamos nuestro compromiso a Violet no hubo confusiones; los tres nos encontrábamos disfrutando un crumble de manzana en los sillones del jardín de su casa.

—¡Que hermosa noticia! —Celebró Violet—. Mi pareja favorita se va casar, me siento como cuando fui al concierto de The Beatles, si me dieran las rodillas saltaría de alegría. Estoy tan feliz, pensar que Blue no quiso darte un puesto —añadió mirando a Orange—, sabía que tenía que contratarte Orange. Son tan diferentes, tan opuestos que...

—Que nos complementamos —terminé la frase de Violet y Orange me besó la muñeca. A pesar de que Orange había sido un gran impulso para mí, yo también lo había sido para él.

Pero ya han pasado cuatro años de ese día, el tiempo ha pasado como un suspiro leve y placentero.

Cruzo el pasillo hasta la habitación de la niña y al abrir la puerta pienso en Violet, más precisamente en que voy a encontrarla sentada en la mecedora –su mecedora–, pero nadie es eterno incluso quienes creemos que lo son.

Violet vivió lo suficiente para verme renacer, amar y formarme una vida. Decir que la extraño sería poco, después de todo ella más que una amiga había sido una madre para mí. Mi vida se la debo enteramente a ella, aunque jamás aceptaría el crédito es la verdad. ¿Quién sería hoy si no la hubiese cruzado en mi camino?

—¿Qué ocurre? —La levanto de la cuna— ¿No es un poco temprano? Apenas amaneció.

Hablándole de los pájaros la llevo a la cocina para preparar la mamadera y encuentro a Orange haciéndolo.

—¿No es guapo papá todo despeinado? —Le digo a nuestra pequeña acariciándole las mejillas rosadas.

—Su otro papá también es guapo recién levantado, pero mientras esta niña desayuna yo me voy a ir a duchar. —Él se acerca y besa la cabeza de nuestra princesa—. Buenos días mi princesita valiente.

En la mecedora de la habitación de tonos lila le doy la mamadera entre tarareos y palabras.

—Mi pequeña Violet, llevas el nombre de un ángel del ángel más bondadoso.

Su manito rodea mi dedo meñique y me roba una sonrisa como todos sus gestos.

—Otra vez no vi el final de mi sueño, pero estoy seguro de algo, para saber que pasa al final hay que seguir despierto.

Querido diario:

No existo, vivo.

Firma Blue, firma Finn


366 días ✔Where stories live. Discover now