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Despertar del sueño eterno

Desperté, mis heridas externas cicatrizaron y regrese a casa con Violet, por semanas no me dejó estar solo en ningún momento, sino estaba ella me hacía compañía Orange.

Blue leí tu diario —confesó Orange un mes después de que volviera, estábamos sentados en distintos sillones del living, frente a la chimenea apagada—, de verdad eres una persona admirable. Sobrellevaste todo tú solo muchos años y sigues aquí. Y ahora que conozco lo que fue realmente tu realidad quiero decirte...

—Si vas a decirme que ahora la vida me sonríe, que me ha dado una segunda oportunidad y que tengo que valorar más que nunca mi vida, va ser mejor que te guardes el discurso motivador. —No, Orange no merecía que le respondiera así.

—No, quiero decirte que aunque no pueda comprender del todo lo que sientes voy a estar para ti siempre que me necesites.

—No Orange, no quiero ser esto —señale la casa— una carga pesada que tratas de levantar. No voy a traerte nada bueno, soy un maldito agujero negro.

—Déjame a mí decidir que es bueno para mí, Blue. —Se sentó a mi lado y me acarició la mejilla, desde lo de Londres yo mantuve las distancias con Orange, así que, lo aparte suavemente—. Yo quiero estar contigo en las buenas y en las malas.

—¿En la salud y en la enfermedad? —dije irónico.

—¿Por qué, no? En un futuro. Quiero estar contigo —sus ojos estaban brillosos—. Porque, porque —suspiró desesperado, buscó algo en su mochila y sacó el diario que creía perdido, me lo entregó—, deberías leer lo que escribí. Y no eres una carga ni para mí ni para Violet, eres parte de nuestras vidas porque así lo queremos.

Me dejó solo con el diario y busque valor para leer la carta de Orange. Finalmente la leí no por ser valiente sino por miedo al desconocimiento, y con cada oración se me fueron resbalando las lágrimas. La puerta de entrada se abrió y unos pasos lentos se me aproximaron.

—Me encontré a Orange a medio camino y me dijo que dentro de un rato volvía. —Violet me vio llorar y rápidamente dejó las compras en el suelo para abrazarme—. Blue, ¿qué ocurre? ¿Orange dijo algo qué te molestó?

—No, no.

—Estoy un poco oxidada, pero si quieres aún le puedo pegar con el bastón en la cabeza. —Su propuesta me hizo reír, pero no detuvo las lágrimas—. Entonces, ¿por qué lloras?

—E-es que no quiero lastimar a Orange más de lo que ya lo hice de lo que lo hago, más de lo que te lastimo. —No le vi el rostro, pero estoy convencido de que sonrió con pena—. ¿Crees que no sé cuánto los preocupo, que no noto como se turnan para vigilar que no haga nada estúpido? Estoy cansado de esta situación, de los medicamentos, de estar mal aunque trato todos los días de estar bien. Estoy exhausto. Y si nunca voy a poder estar bien ¿por qué le hago pasar a Orange por todo esto? M-me aterran las consecuencias.

—¿Qué es lo que tanto te asusta?

—Que Orange termine pagando el precio y sufra, no lo merece, yo no lo merezco a él, quiero alejarlo y, sin embargo, cuando me sonrió lo único que puedo pensar es en el amor que siento. —Amor, cuatro letras que escaparon desde mi corazón—. Nada puede asegurarme que dejarlo ser parte de mi vida es una buena idea, Violet, aunque logre seguir, nunca voy a olvidar —solté todo lo que durante meses me había guardado.

No iba olvidar, jamás olvidaría, nada podría borrar los gritos, los golpes, el abuso y las secuelas porque estaba condenado al recuerdo. Pero Violet siempre sabía que decir:

—El pasado no se borra, pero unos capítulos malos no define el resto de tu vida.

Y había una muestra de ello: Violet.

Cuando en la noche regresó Orange, le dije que encendiéramos una fogata y sentados frente al fuego le pedí perdón: por irme, por asustarlo, por preocuparlo, por alejarlo, por ser frío y más que otra cosa le pedí perdón porque quería que se quedara a mí lado y esa vez yo lo besé. A partir de esa noche Orange me enseñó a percibir las distintas tonalidades del azul, sus matices, su oscuridad y su luz.

No olvide. Solo aprendí a lidiar con mis traumas y seguí los pasos que alguna vez me había escrito: ser un desastre, respirar, gritar, llorar, caer, morir, renacer y luchar. En mi pasado no solo había dolor, también estaba la prueba de que siempre podría ser capaz de levantarme y volar.

Blue

366 días ✔Where stories live. Discover now