20. Por Axel

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He decidido no contarle nada a Mónica. Pensé que no sería buena idea contarle algo de tal magnitud a alguien que tiene un tono de voz tan elevado. Mónica cree que Axel y yo hicimos las paces, y que hemos quedado como amigos. Me ha gritado por ello; de hecho, me ha repetido tropecientas mil veces «¿¡Pero como has dejado escapar a un chico así!?». Claro, eso lo dice porque no sabe cómo es el chico, ella solo ha visto esa sonrisa tan perfecta y las bragas se le han caído solas.

Ni siquiera yo he asumido todo esto, aún lo estoy procesando. Es demasiado surrealista.

—¿Vas a querer patatas?

Miro a mi madre y ella me devuelve la mirada esperando mi respuesta. Mi padrastro no está, después de la tremenda discusión que tuvieron el otro día él y mi madre, cogió sus maletas y se fue. Pero es algo que hace a menudo, y estoy segura de que volverá. Lo bueno es que mientras él no está, puedo elegir yo la comida; lo malo es que, por culpa de Axel, no tengo apetito.

—No, la verdad es que no tengo mucha hambre. Tengo ganas de una ensalada con repollo y maíz —me acerco a la nevera y se me ilumina la cara al ver la botella de Coca-Cola. La saco y ni siquiera me molesto en tomar un vaso, bebo directa de la botella. Mi madre me da una mala mirada, pero no dice nada.

—Entonces, ¿te hago una ensalada?

—Sí, porfa —respondo agradecida. Me siento en una banqueta y suspiro. Tú puedes, Rebeca. Just do it—. Mamá —titubeo. Ella hace un sonido raro a modo de pregunta, así que tomo aire y me lanzo—. Me gusta mucho un chico, pero no sé si yo le gusto.

Después de lo que dijo Axel, he decidido echarle un par de ovarios. Ya soy mayor, tengo edad de salir y hacer locuras. Aunque desde que entablé mi primera conversación con Axel, es lo único que hago.

—¿Es el ricitos de oro?

—¡No! —chillo, alarmada. Mi madre es de esas que no se callan nada, con lo cual el hecho de que sepa quién es el chico que me gusta, es un problema grave. Si me ve un chupón, Axel puede darse por muerto. Así que decido enfrascarme en una mentira—. Es alguien del instituto. Creo que está interesado en mí, él me muestra interés, pero no sé hasta dónde llega eso. Y no sé hasta dónde quiero llegar yo.

Mi madre se vuelve de inmediato con el ceño fruncido. Una madre no es la persona más indicada para hablar de eso.

—Rebeca, ¿no habrás hecho nada?

—¡No! Por Dios, ¡claro que no! —pero sí, sí que he hecho algo. He perdido la virginidad con Axel, también mi dignidad y todo; pero ahora no me parece tan malo. Salvo por el hecho de que he mentido a mi madre, y ahora voy a buscar su aprobación para no sentirme tan culpable—. Pero mamá, ya no soy una cría y quiero...

—Rebeca, tú sabrás lo que haces; pero más de lo que te he dicho, no te puedo decir —y tiene razón. Me ha dado la chapa sobre las enfermedades, los embarazos no deseados y la diferentes formas de hundir mi vida y, por último, pero no menos importante, cómo son los hombres. Las experiencias de mi madre con los hombres han sido desastrosas; y por eso dice que jugarán conmigo y me harán daño.

—Mamá, este chico me gusta mucho, realmente me gusta...

Ni siquiera sé por qué estoy rogando. Una parte de mi espera que diga algo tipo «Bueno, si te gusta mucho, todos merecemos una oportunidad», pero mi madre no es así. Es clara y directa, y eso siempre duele.

—¿Te gusta lo suficiente como para arriesgarte al SIDA? —vuelve a la tarea de cortar el repollo en juliana, gracias a Dios, porque estoy empezando a ponerme en plan rara. Quiero llorar. Pero no sé si quiero llorar por miedo, o por haber decepcionado a mi madre; porque ella no lo sabe, pero la he decepcionado haciendo todo lo contrario a lo que debía. Ella confiaba en mí, en que soy una chica lista y no me dejaría llevar por un calentón.

Soy Más Que Un Juego [✔️] [Gallagher #2]Where stories live. Discover now