17. ¿Qué ofreces?

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—Pues chica, no entiendo de que te quejas, has perdido la virginidad con el chico de tus sueños; ¿cuál es el problema?

Después de haberle contado todo a Mónica, me siento vulnerable, y su personalidad pasota me frustra.

—Me ha usado —repito malhumorada. He pasado a la segunda fase, la ira. Mañana me reiré de todo este asunto y cerraré el ciclo—. Le supliqué, que me usase y después me sentía tan mal y tan sucia, que me dio una crisis en plena calle —me aclaro la garganta porque me quedé afónica de tanto gritar. Cuando llegué a casa no había nadie, así que continúe gritando contra la almohada y ahora tengo la garganta hecha polvo—. Y lo más triste es que esperaba que viniese a buscarme, que me acompañase hasta casa o me dijese que era algo más que un juego.

—Ay, Beca... deja de mirar solo el lado malo —me da un fugaz abrazo y se separa rápidamente; su sonrisa lo dice todo—. ¿Cómo fue?

El rubor asciende a mis mejillas con tan solo recordarlo, pero la verdad es que, en ese sentido, el imbécil de Axel estuvo a la altura de las expectativas; diría que hasta las superó.

—No tengo palabras, fue tan... Ufff... —suspiro. Mónica me mira con una sonrisa pícara—. Cuando se quitó la ropa y vi lo que esconde ahí abajo dije: «eso no cabe» —digo divertida, aunque me estoy muriendo de vergüenza. A Mónica se le van a salir los ojos de las cuencas si continúa mirándome así. 

AXEL

—Pero, ¿cómo se te ocurre decirle eso? —Christian se frota las sienes pensativo ante lo que acabo de contarle—. Mierda, Axel... Ve a buscarla, discúlpate y...

—No —niego con la cabeza. No he venido buscando consejo, tan solo necesitaba desahogarme.

—¿En serio quieres perderla? —pregunta con ese tono de te arrepentitás y aquí estaré para decir «te lo dije». No sabría responder, le he cogido cariño o algo así a la peliazul y, después de lo de anoche, creo que sería una buena compañera para jugar.

—Ya le dije lo que había, si ella no acepta eso, no habrá nada —respondo. No puedo obligarla, ni quiero.

—Se lo podrías haber dicho antes de meterla en tu cama —reprocha. Se nota que ha estado juntándose con Melinda; ella reprocha las cosas de la misma manera. 

Dejamos las cosas claras y ella accedió sin pensarlo; pensé que era de esas chicas con la mente fría que no se dejan llevar por el calentón.

—Podría haberse negado, ella también quería que...

—Ya sabes cómo son las mujeres —me interrumpe. Ni siquiera sé por qué me excuso—; ahora se sentirá usada y...

—No me importa, eso ya es cosa suya.

—Entonces... ¿Por qué esos remordimientos?

Tiene razón, yo no hice nada mal, dejé las cosas claras, no la engañé ni nada. No tenía por qué llorar.

—No lo sé... —murmuro frustrado mientras busco un cigarro en el bolsillo de mi pantalón. Ayer cuando se fue Rebeca, estaba tan frustrado que fui directo a comprar un paquete de tabaco—. Ayer la vi llorar y... Yo no quería...

Cuando por fin doy con el cigarro, lo sitúo entre mis labios y, tras prenderlo con el mechero, este y el paquete vuelven a mi bolsillo. Doy una gran calada y suelto el humo, dejando ir toda la frustración acumulada.

—Creí que habías dejado de fumar —musita Chris extrañado.

—Lo había hecho, pero ayer volví a fumar, y recordé lo mucho que me relaja el tabaco —doy otra calada y suelto el humo a la par que la pregunta—. ¿Quieres uno?

Soy Más Que Un Juego [✔️] [Gallagher #2]Where stories live. Discover now