XI

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María fue convocada por la noticia, su reacción no quedaba clara, y es que era algo impactante y trágico, de cierta forma le importó el deceso. Así mismo, su testimonio y posteriores análisis de los forenses arrojaron una luz sobre los asesinatos, había sido todo este tiempo aquel monstruo.

El cementerio de Almocedo recibió al fúnebre héroe de la ciudad, un detective que había dado lo último con tal de cumplir con su deber. Paraccio estaba presente dado que Saúl había observado como también había apoyado, aunque no escaparía de un nuevo interrogatorio. El suceso fue llamado "Madrugada de los Lamentos".

Tras las tribulaciones pasadas otra vez en la policía, Natalia regresaba a Roma. En la sala de espera para abordar, ella tomó su teléfono y marcó a uno de sus contactos.

—Hereje eliminado, situación controlada, a la próxima tengan cuidado de quien eligen como aliado, éste resultó ser lo que combatimos —sentenció con severidad la hermana y colgó.

El avión estaba listo para despegar, entregó su ticket, revisaron su pasaporte, abordó el portentoso vehículo y se sentó al lado de una ventana.

En el cielo miraba las nubes y asimilaba lo que había sucedido en aquella ciudad, ella había esperado que no saliera de su control la misión, pero al involucrar a otros causó más muertes a su paso.

Poco a poco todo retornaba a la normalidad, Hortensia para encontrar la calma se marchó de la ciudad junto a su hijo, de alguna forma era el adiós de una etapa para ella. El sargento siguió con su cargo unos meses más hasta que decidió jubilarse.

Los oficiales caídos fueron honrados pero la polis moderna no se detuvo, el asunto no trascendió más allá de la nota roja en algunos periódicos y portales locales, pero la información cesó y no se mencionó nada de la anormalidad del violento perpetrador.

Natalia retornó a sus funciones de agente del Santo Oficio, y una pequeña duda le intrigaba.

—Padre, la Iglesia ¿ya enviaron a alguien a calmar las aguas entre aquellos países? —dijo la chica con un tono casual.

—Si te refieres a Mérito y Tulpán, no, no hemos enviado a nadie dado que pudieron resolver su conflicto, aunque de forma irrisoria, ellos harán un torneo de artes marciales ¿puedes creerlo? —contestó el religioso con un ademán que indicaba locura.

—Vaya, y sobre los conflictos en la otra Tierra ¿los Aliados han derrotado ya a Kolasi? —cuestionó Paraccio con sumo interés.

—Por ahora hermana que no le incumban los asuntos multiversales de la Iglesia —espetó molesto el Padre.

La conversación terminó y procedieron a retirarse. Con un universo tan vasto, tarde o temprano aquéllas cinco Tierras volverían a encontrarse, tan sólo esperaban que el reencuentro fuera en tiempos de paz.

Natalia tan sólo era una pieza en el tablón del vaticano, sus campeones eran muchos, contaban con el propio Padre de la Humanidad siendo inmortal por la maldición de Dios, la Madre de la Humanidad cuya alma estaba destinada a regresar por la eternidad en un ciclo de muerte y vida, los descendientes del Rey Salomón domadores de demonios y bestias, unos hermanos cuyo don era el controlar los vientos, y diversos exorcistas de moral dudosa.

A su vez estaban aliados con otros protectores de los mundos alternos, siendo que incluso un ejército de espectros llamados "Agentes Ente" ayudaban a mantener a raya amenazas espirituales; decían venir del Alto Mundo Espiritual, aunque el dogma de los católicos obviaba tal explicación o la negaba.

La Iglesia, a ojos de los propios integrantes, los trataban como si fueran la nueva inquisición, dispuestos a aniquilar lo que no fuera humano, vaya ironía.

Otras agencias como la Unidad Particular de Defensa Francesa le seguían de cerca con sus propios humanos dotados, así como la Sociedad de la Rosa en Rumania también les había puesto los ojos encima.

Tarde o temprano los conflictos nacerían, cada quien afilaba sus cuchillos esperando el ataque, expectantes de un paso en falso del enemigo. 



Las Ventanas a la MenteOù les histoires vivent. Découvrez maintenant