II

47 1 0
                                    

Entró en el establecimiento, pasó por el puesto de aquellos agentes que atendían a la gente formada, se encaminó por los cubículos de aquellos oficiales que atendían las denuncias telefónicas, y con la satisfacción de no tener que escuchar el ruido de fuera, entró a su oficina. 

—Detective Alfaro, debe venir un momento, tenemos algo que sólo usted puede manejar, lo veo en la sala de interrogación —arguyó un hombre de mediana edad con un poco de agresividad.

De mala gana, Leopoldo se levantó y siguió a su superior, el Sargento Saúl Alatorre, hasta un cuarto donde recluían a un posible criminal. A través de un cristal podía ver a un hombre joven con moretones y tatuajes en el cuerpo.

Entró en la habitación y se encontró con uno de sus compañeros, una mujer caucásica de alrededor de treinta y cinco años, la detective María Hortensia, quien a hasta el momento dirigía el interrogatorio.

—¡Qué bien! Has traído al fenómeno —reclamó con un notable y fuerte sarcasmo la fémina.

—Mejor dame los detalles del crimen y me largo de aquí, cariño —respondió Montés siguiendo el juego.

La mujer le arrojó una carpeta con lo poco que se sabía del caso.

—Ajá, ¿Con que asesinato? —dijo con un tono particular el detective.

—¡Yo no lo he hecho, se los juro! —afirmó con desesperación el detenido.

La mirada del agente fue directa a encontrarse con aquél sujeto, el pobre tipo sentía una extraña presión sobre su cabeza y parecía ser que su cuerpo no respondía.

—Ahora le obligo a hablar con la verdad, así que de su anterior afirmación, ¿Puede decir que es cierta, señor?

Con asombro interno del presunto delincuente, este respondió con un "sí'. Tras esto Alfaro se postró en una silla, con cansancio y sudor saliendo de su frente dijo:

—Ahí lo tiene, ahora si me disculpa tengo que dejar descansar mi habilidad —contestó el detective al sargento.

—Ni siquiera eso dominas, haragán —espetó María mientras salía del lugar.

Aunque la sesión había terminado, el detenido fue puesto en una celda de prisión preventiva, dado que eran necesarias más preguntas para el caso, así que para desgracia de los detectives, otra vez tendrían que verse las caras. 





Las Ventanas a la MenteOnde histórias criam vida. Descubra agora