Capítulo 27

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Miércoles 8 de Mayo, 2013


Después de eso, alejaron a Clementine de mí para siempre. Mis padres me echaron de casa finalmente. Posaron toda la rabia y la culpa acumulada desde tantos años, encima de mí. Me culparon de cosas que yo no había hecho, me insultaron de cosas que yo jamás podría haber causado.

Yo era despreciable. Fumaba, me drogaba, tomaba alcohol hasta quedarme dormida rodeada de mi propio vómito. Jonny me ofreció su casa, pero no acepté. No le pedí ningún favor a nadie más. Estaba oficialmente perdida.

Él me prometió una vida mejor, hasta me dijo que podríamos irnos a otro continente y empezar desde cero.

Yo no podía irme de allí, nunca la dejaría.

Pasaba por mi antigua casa por las noches, trepaba el árbol donde crecía cerca de la ventana del dormitorio de Clementine y la contemplaba allí día y noche.

Ella no tenía idea de que la veía, así que pensaba que la había abandonado. No podía comunicarme con ella, mis padres controlaban las cartas que le llevaban, los mensajes, las llamadas, las visitas.

Yo sólo quería gritarles que ya era tarde, que nunca iban a recuperar a Clementine otra vez.


Jake terminó en la cárcel. Nunca más supe sobre Kevin, Brandon, Ian, Jason o Jack. El tal Mark que había delatado la ubicación de mi casa no fue a la cárcel, porque él sólo había ofrecido información. Lo único que hicieron con él fue detenerlo un par de días y largarlo nuevamente.

Caí en una depresión aguda. A veces no dormía por días, a veces dormía por días completos. Había perdido el apetito, mi cuerpo era un desastre. Alejé a todos los que conocía de mi lado, incluso a Jonny. Él no pudo hacer nada conmigo. Lo único que hacía era dejar en la puerta de mi "casa" un fajo de dinero, algunos alimentos para la despensa y unas cartas rogando para que vuelva a su lado.


Había comprendido, finalmente, que estaba absolutamente sola. Fue como entrar en un túnel sin salida, en donde la oscuridad se volvía densa, abrazaba mi cuerpo y absorbía mi alma por completo.

Aquellos días se me hizo muy difícil continuar respirando. Lo único que quería hacer era cerrar los ojos y no despertar jamás. Había perdido a mis amigos, a mi familia, a un amor que jamás supo llegar. Había perdido todo lo que tenía, todo se había escurrido por mis manos como la arena.

Pero lo que más me dolía de todo aquello, era que había perdido a Clementine. Había perdido a mi hermana, a la niña que con tanto esfuerzo luché por proteger. Nunca dejaba de culparme, de decir que todo lo que a ella le ocurría era por mi culpa. Les daba la razón a mis padres, después de todo.

Gracias a mí todo aquello le había ocurrido.

Jake la había intentado asesinar por mi culpa. Todavía lo maldigo, entre gritos, en la soledad de la casa, preguntándole por qué no había elegido matarme a mí, por qué no había venido a matarme a mí.


Él sabía que lo que más me dolería sería arrebatar a mi hermana.

Lo peor de todo es que él sabía mucho sobre eso.

Lo peor de todo es que él lo había logrado, después de todo.




Cuando los ángeles merecen morirWhere stories live. Discover now